Crónica de una tragedia:
Hospital III de Essalud, horas después del terremoto.
Han pasado 47 años, desde aquel domingo 31 de mayo de 1970, éramos niños aún con diez años cumplidos, en la memoria tenemos registrado aquellos momentos dramáticos vividos y que por su puesto por la edad no teníamos idea de la magnitud de los hechos, del cual nos fuimos dando cuenta con el correr de las horas y de los días.
El ruido era tremendo, los vidrios de las casas se rompían en miles de pedazos, las paredes de los cercos se caían como si fueran de material endeble – todas eran de ladrillos y cemento- las grietas se abrían por todos lados y en una casa con pórtico y rejas adelante se cayó el pórtico (muro) encima de un auto con dos niños adentro.
Eran las tres y veintitrés de la tarde cuando la tierra empezó a temblar, se desencadenó el mayor terremoto ocurrido en la historia de nuestro país. Esa misma noche o al día siguiente se supo lo que había ocurrido en el interior, en el Callejón de Huaylas. La tragedia fue total.
Fueron días aciagos, las tres primeras noches con las réplicas que fueron terribles, pues estas se repetían a cada momento.
Al tener a la mano a nuestro padre, periodista y con los enviados especiales de La Prensa al día siguiente, pudimos ver como estaba el resto de la ciudad. Fue chocante. Parecía una ciudad bombardeada. En Villa María no había una sola casa en pie, es más lo que era Villa María baja, el pantano, actual, todas las casas estaban caídas. En la avenida Pardo había una casa de dos pisos. El primero de adobe y el segundo de material noble. El resultado fue que el segundo piso estaba encima del primero caído.
Sin servicios durante mucho tiempo, la ayuda empezó a llegar y en la memoria tenemos ese puente aéreo, pues nuestra ciudad fue clave para el abastecimiento de las ciudades de la sierra, el aeropuerto o pista de aterrizaje fue el centro neurálgico durante por lo menos 60 días o más. Los aviones Hércules llegaban cada media hora(el ruido era ensordecedor), no solo eran de la Fuerza Aérea Peruana sino de otros países, la solidaridad fue total.
Es más unos días después del sismo llegó a la bahía de Chimbote el Porta Helicópteros Guam, norteamericano, con una flota de helicópteros con doble hélice que tuvieron su base en el estadio Vivero Forestal. Fueron días muy convulsos.
Hace unas semanas por cuestiones de trabajo tuve que trasladarme hasta Lima en plena emergencia cuando la carretera panamericana estaba cortada en Casma y lógicamente al pasar por Huarmey y ver como el lodo había malogrado media ciudad, un pasajero, ya de edad, se atrevió a decir, al ver como el agua había llegado hasta más de metro y medio de altura, “Prefiero un terremoto, que esta agua”. En realidad, seguro pasó el sismo del 70, este que comentamos, pero los desastres son desastres, ya sea con agua o con la fuerza de la naturaleza que rompe todo.
Entre una y otra tragedia, han pasado estos 47 años y lamentablemente no hubo cultura de prevención, esa prevención que debe existir hoy con tanta tecnología a la mano, no existe, quizás en su momento la haya, pero desde el colegio, desde la base. Los que vivimos esas momentos de tragedia solo nos queda contarlos y si vuelven-puede suceder- haya esa bendita prevención.