Editorial

Una justicia a medias

Caso La Centralita:

Desde que ya se  tenía  pleno conocimiento de la sentencia judicial  recaída sobre los  implicados del caso La Centralita, el principal implicado, el ex presidente regional César Álvarez Aguilar, había ordenado desde su prisión en Challapalca la puesta en marcha  de una campaña psicosocial, con pintas murales y cuñas radiales de por medio, pretendiendo hacer creer su inocencia y exigiendo, según  él,  justicia a su favor.

Para nadie es un secreto el accionar que ha cumplido la famosa Centralita, la más siniestra y emblemática red de corrupción que ha existido en la región Ancash; una red criminal muy bien montada y operada por César Álvarez Aguilar y su entorno. Tampoco es un secreto que esta organización manejó los hilos de una  mafia institucionalizada, basada en el direccionamiento y la concertación amañada de millonarias obras públicas. El coliseo cerrado Gran Chavín,  con un presupuesto despilfarrado  de 30 millones de soles, es una de ellas.

Aun así, ha tenido que pasar diez años para que el Poder Judicial haga justicia tal como irónicamente lo invocan las pintas murales que César Álvarez Aguilar ha ordenado inscribir en diversos lugares visibles de la ciudad. Pues muy aparte de haber dirigido el antro de corrupción La Centralita, César Álvarez tiene en su haber la acusación de ser el autor intelectual del asesinato de uno de sus principales opositores políticos, el ex consejero regional Ezequiel Nolasco Campos, quien por añadidura en vida fue su compadre espiritual.

Después de diez años de haber permanecido en la congeladora del Poder Judicial,  el caso de La Centralita ha llegado a  un final no precisamente feliz, pero sí de necesario escarmiento. La sentencia de 19 años de prisión que ha recaído sobre César Álvarez Aguilar, se suman a otras sentencias tanto o más graves que ésta.

Sin embargo, en la lista de sentenciados no aparece el nombres de otros  conocidos personajes que formaron parte del entorno del ex presidente regional, particularmente de aquellos que celebraban y  aplaudían en todos los tonos sus disparatadas ocurrencias políticas, como el megapuerto y  Chinecas Consensuado. Todo ello  mientras que la construcción de numerosos colegios, postas médicas y otras obras de infraestructura, quedaban paralizadas y abandonadas a su suerte.

En ese sentido, no deja de llamar la llama la atención  que en esa lista no aparezca el nombre de connotados miembros del Poder Judicial, Ministerio Público, Policía Nacional y del mismo Congreso de la República,  quienes  también formaron parte de esa argolla y en su momento hicieron todo lo posible para que César Álvarez Aguilar no fuera investigado y se mantuviera en la privilegiada condición de intocable. Eh ahí la razón para concluir que la justicia no mide a todos con la misma vara.

Sería ingenuo asimismo  creer que con esta sentencia la mafia de La Centralita ha llegado a su fin. A todos nos consta que, igual que la hierba mala, la mafia de la corrupción se mantiene vivita y coleando. Como podemos ver en los diversos niveles del gobierno regional de Ancash y muchas municipalidades de la región, nadie puede contra ella.  El caso La Centralita es una justicia a medias.