Editorial

Calles y hogares en garras de la delincuencia

¿A dónde estamos llegando?

Para muestra, basta un botón. Luego de retirar un préstamo de 21 mil 600 soles de una agencia bancaria,  el profesor de iniciales D.A.E, fue seguido por tres delincuentes a bordo de motos lineales, quienes lo interceptaron en una calle de  la urbanización La Brisas de  Nuevo Chimbote, donde lo amenazaron con armas de fuego  y lograron despojarlo del dinero destinado a gastos del hogar.

Hace una semana, el  propietario del concurrido restaurant Portón Gaucho,  Juan Carlos Zubczuk , recordado ex arquero del club  Universitario de Deportes,  sorprendió en el interior de su vivienda en la urbanización Buenos Aires a tres delincuentes, quienes lograron llevarse dinero en efectivo y otros objetos de valor, no sin antes amenazar a su víctima con un arma de fuego.

Igualmente  hace dos días, el pequeño empresario Yemil Encarnación, propietario de un conocido restaurant campestre de Nuevo Chimbote,  denunció ante la policía, con pruebas en la mano, la amenaza enviada a su celular por una banda de extorsionadores, quienes le exigen el pago de  60 mil soles  a cambio de no atentar contra la vida de sus seres queridos.

Casos como los que acabamos de citar, que se incrementan a diario y cada vez son más avezados, forman parte de una realidad cotidiana que mantiene a la población de Chimbote y Nuevo Chimbote atrapada en medio de una sicosis colectiva. Nadie puede sentirse libre de caer en cualquier momento en las garras de la delincuencia. La población ya no se siente segura ni en las calles y, por último, ni en su propio domicilio. Hasta el momento en que escribíamos estas líneas, aún no se conocía oficialmente la reacción de la Policía Nacional ante la gravedad de estos hechos.

Tanto como alarmante, el incremento de estos actos delictivos ya se ha convertido en una problemática urbana. Un problema cuya solución, más allá de discursos y conferencias de prensa, lo que   reclama es una acción decidida y efectiva que permita combatir con resultados positivos el avance de la delincuencia.

En el organigrama de la Policía Nacional del Perú existen hasta dos dependencias del más alto nivel que han sido creadas específicamente para combatir esta clase de lacra. Nos referimos a la Dirección Nacional de Seguridad Ciudadana y ¿por qué no?  a la Dirección General de Inteligencia.

Ambas dependencias cuentan con el personal, la logística y todos los recursos que el Estado ha puesto en sus manos para lograr este objetivo. La estrategia no consiste solamente en actuar después de, sino antes de. La labor de prevención, en efecto, es estratégica no solo para desarticular y mandar a la cárcel a las bandas delincuenciales, sino sobre todo para anticiparse a su accionar. Sino ¿de qué prevención y de qué servicio de inteligencia  podríamos estar hablando?. Por lo demás, estas dependencias son descentralizadas y tienen personal a dedicación exclusiva en todas comisarias del país.

Tiene razón la ciudadanía de sentirse insegura y desprotegida ante el accionar  de los miembros de la Policía Nacional. Las raras veces que se les ve realizar patrullaje en las calles, éstos están más entregados a la conversación con el compañero de turno  o al uso entretenido del teléfono celular. Para los delincuentes, esta actitud es propicia para realizar marcaje y hacer seguimiento a sus víctimas, cualquiera que sea el lugar y la hora de dar el golpe. Eso y otras cosas más, ha llevado a que las calles y los hogares de Chimbote y Nuevo Chimbote se mantengan hasta hoy en las garras de las delincuencia.