Visiblemente decepcionado y tratando de ocultar la vergüenza; el Jefe de la División Policial de Chimbote, Coronel Víctor Sifuentes Yáñez, reconoció que uno de los efectivos del cuerpo policial que jefatura, fue el autor del robo de dos teléfonos celulares de una trabajadora del centro médico de salud municipal ubicado a un costado del hospital La Caleta.
El hecho fue protagonizado por el S.O. Edinson Ventura Arazo; quien hallándose de servicio aprovechó el descuido de una trabajadora de limpieza para sustraer los dos teléfonos celulares que la servidora había dejado en una mesa mientras realizaba sus labores
Lo que no calculó este mal Policía es que la agraviada pudo ver de reojo su mala acción y fue tras él a pesar que el efectivo con una habilidad propia de un individuo que vive al margen de la ley pudo entregar los equipos a una mujer que en una carretilla vendía alimentos en la acera.
Esta mujer indicaría luego que el policía le dijo que le encargaba los equipos; por lo que pensó que se trataba de teléfonos de su propiedad.
El hecho se puso al descubierto cuando la agraviada Carmen Urrutia Espinoza persiguió al Policía que para tratar de evadir su responsabilidad ingresó al hospital la caleta; sin embargo, el movimiento y los gritos llamaron la atención de los transeúntes.
Apremiado por las acusaciones y la aclaración de la vendedora informal que devolvió los equipos celulares, la servidora de limpieza no estaba dispuesta a tolerar un hecho como éste y de inmediato se dirigió a la primera comisaría a sentar la denuncia.
El coronel Sifuentes señaló poco después que el mal policía había admitido que cogió indebidamente los teléfonos celulares, razón por la cual no solo ha sido sometido ante la justicia, sino que la Inspectoría policial inició un inmediato proceso disciplinario que podría concluir con su expulsión de la institución.
Ello porque un Policía es sinónimo de la ley y seguridad, cuando caminamos por la calle y vemos un Policía nos genera una sensación de tranquilidad porque el miembro de la institución tutelar ha transmitido, desde siempre, una imagen de respeto y consideración, seguridad y sosiego.
De allí que, así como todos nosotros, la servidora de limpieza jamás imaginaría que un hombre de la ley, un individuo que viste el sagrado uniforme de la Policía Nacional jamás significaría una amenaza para sus bienes que se hallaban en una mesa y continuó trabajando normalmente.
He allí la acción audaz, ladina y pusilánime del policía que con ánimo doloso esperó que la servidora se descuide para tomar sus teléfonos seguramente con la finalidad de hacerse el desentendido cuando la agraviada advierta la desaparición de sus dos equipos de celulares.
Sin embargo, como el crimen nunca paga, las cosas no le resultaron como lo esperaba, la mujer aparentemente no confío en el elemento policial y de manera solapada siguió la visualización de sus teléfonos y pudo captar el mismo momento en que el policía los cogía y se los llevaba.
Un hurto a todas luces evidente, no solo porque existieron muchos testigos de sus desplazamientos sino porque, finalmente, los testimonios terminaron por persuadirlo a decir la verdad y reconocer el delito que había cometido.
Es realmente lamentable comentar hechos como éste, es triste y penoso ver como se destruye la vida y la trayectoria de un joven que equivocó de cabo a rabo en la elección de su futuro, que decidió enrolarse a una institución que tiene por objetivo la persecución de las mañas y malas costumbres que él mismo tenía, como es el robo y la sustracción de los bienes ajenos, un sujeto que lo único que hace es hacerle daño a la venerable imagen de la institución policial.
Por ello es que el Jefe Policial no ha vacilado en señalar que en el término de cuatro o cinco semanas, este efectivo policial será dado de baja porque en realidad no puede seguir formando parte de ella, no puede seguir exponiendo el nombre de la misma a un nuevo hecho doloso, en la Policía no existe espacio para individuos como Edinson Ventura Arazo. Este mal Policía forma parte de esa mano negra que tiene que desterrarse desde la raíz.
Los médicos del hospital La Caleta no pudieron hacer nada para salvar la vida de una madre gestante que fue traslada de emergencia desde la lejana provincia de Sihuas por presentar un cuadro de presión arterial elevada y baja percepción de latidos fetales.
Cuando la mujer Amelia Mendoza Velásquez llegó en una ambulancia al nosocomio ya había fallecido en el trayecto y la criatura que llevaba en el vientre, la cual estaba a punto de llegar al mundo, también había fallecido en su seno materno.
Toda una tragedia para una joven pareja que esperaba con ansiedad la llegada de su nuevo hijo, sin embargo, el destino no solo le deparó la imposibilidad de tener a su hijo en brazos sino que la arrastró a la muerte a ambos.
Triste y penoso final en un escenario en el que se supone que el riesgo de mortandad ha descendido a los niveles mínimos, a la fecha no debería existir probabilidad que una parturienta pierda a su hijo y menos que siga la misma senda.
Ello porque el embarazo y la gestación de una mujer, desde hace ya algunos años, está sujeto a un estricto control por parte del Ministerio de Salud y de Essalud, existe un régimen de seguimiento al crecimiento del niño en el vientre materno de tal magnitud que en estos tiempos es difícil pensar que una parturienta pueda perder la vida como consecuencia del embarazo.
Por ello es que llama la atención que esta mujer haya fallecido, podría existir negligencia como acusan sus familiares, pero también existe serios desajustes cuando se trata de atender una emergencia, pues no es posible que el traslado de una paciente tome 8 largas horas en una misma región. Esto es algo que tiene que corregirse como parte de los correctivos que se deben adoptar luego de este fatal desenlace en nuestra ciudad.