Chinecas y Terminal Portuario:
Para el chimbotano de a pie, aquel que participa en las tertulias del barrio y de las plazas públicas, la ejecución del proyecto de irrigación Chinecas no tendría mayor justificación si paralelamente no se ejecuta la modernización del Terminal Portuario de Chimbote. Y viceversa. De muy poco serviría para el desarrollo regional asegurar una gran producción agro industrial si al final no vamos a tener a la mano un puerto, moderno y altamente competitivo, por donde exportar esa producción al mercado internacional. Eso sería, según afirman, como tener un negocio con la puerta y las ventanas cerradas al público.
Desde este modesto entender, podría colegirse que, sin Chinecas, no habría una necesidad perentoria de tener a la mano un Terminar Portuario y sin un terminal portuario tampoco podría justificarse de ejecución de Chinecas. La necesidad de afianzar la alianza entre uno y otro proyecto es tanto intrínseca como axiomática.
El convencimiento de que ambos proyectos necesitan caminar de la mano, en realidad no es nuevo. Fue planteado ante el gobierno central el año 1945 por la Corporación Peruana del Santa, antes de iniciarse la construcción del Terminal Portuario de Chimbote. Ya para entonces, la Corporación había iniciado en paralelo la ejecución del proyecto para llevar a cabo la irrigación de las Pampas de Chimbote. El objetivo se enmarcaba precisamente en el principio de reciprocidad que debía existir entre uno y otro proyecto.
Sin embargo, unidos por el fatalismo de la mala gestión y del manejo politiquero del que han sido objeto, tanto el Terminal Portuario como la irrigación de las Pampas de Chimbote, hasta hoy se encuentran virtualmente igual que hace 70 años: detenidos en el tiempo.
Con ya más de diez años bajo la gestión del gobierno regional de Ancash, Chinecas y el Terminal Portuario se han convertido en una vitrina que muestra lo que no se debe hacer con los recursos del estado. Ha sido esta falta de capacidad lo que ha llevado a Chinecas y al Terminal Portuario a la situación de postergación, frente a la notable ventaja que evidencian proyectos similares de regiones vecinas. Que existen grandes grupos económicos capaces de cambiar la dirección del viento de acuerdo con sus intereses, lo sabemos. En cambio, lo que no se puede negar son las condiciones naturales y geográficas que ofrecen ambos proyectos a la inversión nacional y extranjera.