Editorial

Reconocer un error es el mejor acierto

Sinceramiento regional:

Anteayer jueves,  mientras nos encontrábamos escribiendo la nota editorial publicada ayer viernes, en la que solicitamos al gobernador Koki Noriega salir al frente para  despejar dudas, enmendar errores  y optar por la receta del sinceramiento,  el titular de la región Ancash  se adelantó a nuestra petición. Durante su alocución en la primera audiencia pública de rendición de cuentas realizada el jueves en la ciudad de Huaraz, Koki Noriega  no dudó un instante en manifestar lo siguiente: “hoy quiero reconocer los muchos errores cometidos,  los asumo como representante de la región  porque lo que sucede en Ancash es mi responsabilidad”.

Desde que asumió el cargo, ninguna expresión de su parte puede haber sido tan categórica y rotunda como aquella.  Nada puede ser más saludable y constructivo, concretamente en el terreno de la gestión pública, que reconocer públicamente un error. En esta actitud, raras veces observada en el escenario regional, confluye una respetable dosis de coraje, hidalguía y propósito de enmienda. Desde estas líneas, creemos que es el mejor acierto.

Nos atrevemos a conjeturar que, implícitamente, el mea culpa del gobernador Koki Noriega tenga que ver con la serie de errores, marchas y contramarchas  que desde afuera y desde adentro se  advierte en su gestión; ello como resultado de la improvisación y de no tener un  rumbo fijo. Hecho que, como es obvio,  genera desconfianza, escepticismo y  en ocasiones da lugar a que el gobierno central cierre el caño a fin de evitar que se produzcan males mayores.

La muestra más elocuente de los errores que empañan la gestión del gobernador Koki Noriega es sin duda la forma improvisada y hasta caótica con la que se viene  gestionando el “saneamiento” de las tierras invadidas del  Proyecto Especial Chinecas; una gestión sin pies ni cabeza, donde las órdenes y las reglas de juego no las impone  el gobierno regional de Ancash sino los propios invasores. Esa muestra de debilidad, le hace mucho daño a la imagen y a la credibilidad del gobierno regional.

Como lo dijimos ayer en términos deportivos, al haber cumplido diecisiete  meses  al frente del gobierno regional, la  gestión del gobernador Koki Noriega está jugando el partido con el marcador en contra y, encima, ante el total descontento de las tribunas. Sin embargo, diecisiete meses equivalen al 35.5  por ciento del periodo reglamentario.

Eso quiere decir que aún faltan dos años y medio para el pitazo final, tiempo más que suficiente para que la gestión de Koki Noruega pueda revertir la situación. Pero para dar vuelta al partido, quiérase o no hay que cambiar esquemas, hay que cambiar planes de trabajo y con urgencia hay que realizar cambios, tanto en el comando técnico como en el mismo equipo. Si eso se cumple, el hecho de reconocer sus errores podría ser el mejor acierto de esta gestión regional.