Una dirigente gremial del Hospital La Caleta ha sido agredida en el interior del nosocomio nada menos que por otro dirigente de una base sindical diferente pero de la misma planilla laboral, como consecuencia de enfrentamientos que parecen marcar una inevitable división de la clase trabajadora en el denominado “hospital de los pobres”.
Los hechos han sido protagonizados por la dirigente de base del FENUTSA, Graciela Vílchez Correa, quien la semana pasada llegó hasta la Primera Comisaría de Chimbote para denunciar a su colega Julio López Guzmán, por haberla agredido de manera cobarde con golpes de puños, tras haberle lanzado toda clase de insultos e improperios.
Lo curioso es que López Guzmán también es dirigente de una facción de trabajadores, específicamente de la FETRASA que es una base sindical del hospital La Caleta y quien por razones realmente incomprensibles habría perdido los papeles para atacar a su compañera de trabajo ante la atónita mirada de otros servidores que debieron auxiliar a la mujer que era agredida a golpes.
Por lo menos este es el tenor de la denuncia que han difundido los medios de comunicación y en los cuales se consigna que el motivo de la agresión habría sido que el atacante advirtió que la agredida le habría tomado una fotografía cuando conversaba con el Jefe de Logística Miguel Bernal, versión que niega Graciela Vílchez señalando que ella no acostumbra a registrar imágenes de este tipo.
Empero, al margen del hecho que se hayan tomado fotos o no, lo que no se puede concebir no solo es que se haya agredido a otra persona solo por este risible pretexto sino que se ataque a una mujer en la medida que este es un acto de cobardía.
Esto es lo más delicado de este penoso incidente, que un hombre haya agredido a una mujer por cualquier motivo que pueda esgrimirse, un hecho inaceptable que tiene que estar al margen de alguna disputa gremial o sindical si es que realmente existiera.
Aquí hay un hecho que no puede pasarse por alto en un momento en que la sociedad peruana en su conjunto ha rechazado las muestras de violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones, cuando todos hemos convenido que no existe pretexto alguno para levantarle la mano a una dama.
Este hecho es un acto de cobardía por donde se le mire, de allí que la investigación de las autoridades o la pesquisa interna que ha iniciado el mismo hospital, según lo dio a conocer el director del nosocomio, tienen que reparar en este hecho que dio lugar a una impresionante movilización en nuestro país.
Ya los peruanos estamos notificados de la necesidad de detener la vorágine de violencia que se cierne sobre las mujeres en todas sus manifestaciones, sea en el hogar que es la más común, o en el centro de trabajo o el colegio, los peruanos tenemos que acostumbrarnos que un acto de este tipo es un hecho censurable y que merece un duro castigo.
El dirigente Julio López Guzmán ha negado que le haya levantado la mano a la dirigente de su centro de labores pero si ha reconocido que la insultó porque un colega del área de logística la vio que les tomaba una fotografía cuando se hallaban conversando y entendía que la serviciadora utilizaría esa imagen para perjudicarlo.
Sea como fuere, el agresor no puede justificar una agresión verbal por el solo hecho que se le haya tomado una fotografía, lo único que ha conseguido con esta coartada es confirmar que, en efecto, ha existido un ataque de por medio y por enfrentamientos de índole gremial, los cuales de ninguna manera pueden superar la línea de la agresión física.
No creemos que la dirigente Graciela Vílchez pueda lanzar una denuncia tan grave como la agresión física, si lo ha hecho es porque efectivamente así ha ocurrido, mas aun cuando las denuncias de este calibre ante una autoridad están sujetos a la verificación con un reconocimiento médico que seguramente registrará las huellas de la misma.
El infortunado incidente al interior del hospital La Caleta no solo pone de manifiesto la necesidad de sancionar a los responsables de una cobarde agresión a una mujer, sino que nos dicen de una abierta división al interior del gremio laboral del hospital La Caleta. Esto es más que evidente y, estamos convencidos, debe generar la reacción de la masa laboral.
GESTA DEMOCRÁTICA
La colonia de ciudadanos venezolanos que se encuentra radicados en Chimbote acudió a sufragar en el marco de un plebiscito convocado en su país para ratificar la Constitución Política de su país, la misma que pretende ser modificada de acuerdo a sus intereses por el Presidente Nicolás Maduro.
El acto democrático se realizó en un inmueble ubicado frente a la Plaza Mayor de Nuevo Chimbote, hasta el cual fueron convocados los venezolanos para sumarse a este esfuerzo de consolidar la democracia en su país y restarle fuerza a la dictadura que los ha llevado a tener que dejar su país y establecerse en varias ciudades del Perú, entre ellas nuestro puerto en donde existe un buen número de extranjeros.
Debe ser sumamente difícil para cualquier persona tener que dejar su país, sus familias, sus bienes, sus amigos por que la dictadura los lleva a buscar mejores horizontes y escapar del hambre y la pobreza a los cuales los ha sumido la dictadura de Nicolás Maduro, sin embargo, nuestros hermanos venezolanos son conscientes que solo mediante el ejercicio democrático van a derrotar a quienes hacen escarnio de la ley y la dignidad.
Así como lo hicieron en Chimbote, cientos de venezolanos hicieron lo mismo en otras ciudades del país, se organizaron convenientemente para sumarse a la lucha que emprenden sus compatriotas en su país para recuperar la democracia.Â
Confiamos que algún día se terminen las injusticias, los abusos y las arbitrariedades en Venezuela, que se restablezca la democracia y que se recupere la diezmada economía por las malas artes de un dictador, mientras tanto, nuestro puerto los cobijará y les otorgará las oportunidades convenientes para que puedan trabajar y sostenerse para superar el mal momento que viven. La gesta democrática que montaron el domingo antepasado servirá para los objetivos que se han trazado.