En su artículo primero la ley 16597, promulgada el 22 de junio de 1967 y que crea la Semana Cívica de Chimbote, expresa textualmente que, en el marco de la festividad patronal de San Pedrito, la municipalidad provincial del Santa es la responsable de realizar “actividades de carácter cultural, social y deportivo con la colaboración del vecindario y otras instituciones”. Con más de doscientos cincuenta años de antigüedad y tradición, la celebración de San Pedrito pasaba a convertirse en una actividad legalmente institucionalizada.
Bajo la misma premisa, la resolución N° 063-2018 expedida por el Vice Ministerio de Cultura el 16 de mayo del 2018, el gobierno le otorga a la festividad de San Pedrito la condición de Patrimonio Cultural de la Nación, decisión que consagra en todos sus extremos la significación y los alcances de este tradicional celebración. A partir de ese momento, la fiesta patronal de Chimbote pasó a ocupar un lugar propio en el escenario cultural del país.
Pero ahí no queda todo. La Ley 30955, promulgada el 30 de mayo del 2019, declara de interés nacional la celebración de San Pedrito, haciendo hincapié que la festividad es una fuente de identidad cívico-cultural, religiosa y turística.
Como se puede observar, los tres dispositivos legales concuerdan plenamente en que la fiesta patronal de San Pedrito es símbolo de la identidad cultural y religiosa de Chimbote, un sentimiento con raíces muy profundas que prevalece por encima de cualquier otro criterio o interpretación.
Sin embargo, en los últimos años este sentimiento se ha visto afectado a raíz de lo que viene sucediendo en torno a la llamada feria regional que se realiza en el Vivero Forestal y que está a cargo de la Diócesis de Chimbote. Por el criterio con el que ha sido concebido este evento y por la forma en que se viene desarrollando, el evento está muy lejos de ser una feria de integración y, más aún, de ser la legítima expresión de la identidad histórica, religiosa y cultural de Chimbote.
Muy a pesar de realizarse al amparo de los dispositivos legales arriba señalados, la forma cómo se lleva a cabo la feria del Vivero Forestal colisiona frontalmente con los fines y objetivos que han sustentado la promulgación de las referidas normas legales.
Toda feria se caracteriza por ser un evento donde se exponen productos y servicios que son resultado de la innovación científica, tecnológica y cultural; ahí donde los expositores son los mismos fabricantes o generadores de tales productos o servicios, generalmente oriundos de la zona, y donde el precio que se paga por ellos es, justamente, un precio de feria.
Lamentablemente, eso no sucede con la feria del vivero, donde los expositores no son más que revendedores de los productos y servicios que ofrecen al público y donde el atractivo principal, en vez de ser el intercambio artístico y cultural, es el espectáculo farandulero de la más baja estofa, por el que hay que pagar precios prohibitivos. Estamos ante una grotesca distorsión de la esencia en la que está inspirada la fiesta patronal de San Pedrito.