Una última lección de la UPS:
Ahora se explica, con el más descarnado realismo, porqué quienes dirigen la universidad privada San Pedro están empeñados en hacer más triste y dolorosa la agonía de esta casa de estudios. Cuando faltan ocho meses para que la universidad deje de existir oficialmente, resulta insólito que sus actuales autoridades insisten en hacerlo desde la ilegitimidad, sin tener en sus manos ningún documento que acredite y avale su gestión.
Las actuales autoridades fueron elegidas en un proceso irregular que ha sido reconocido y por tanto carecen de personería jurídica. Cualquier tÍtulo o certificado de estudios que suscriban, carece de valor. Ni la SUNEDU ni la Superintendencia de Registros Públicos, dan por aceptada sus firmas y, por consiguiente, lo propio sucede con los demás organismos del estado y, por si fuera poco, con los bancos. Ante la ley y la sociedad, la universidad San Pedro no tiene rector ni rectores. Así de simple.
Voces autorizadas que se escuchan desde afuera y desde adentro, coinciden en señalar que la única alternativa para que esta casa de estudios deje de existir con honor y dignamente, es la elección de nuevas autoridades. Pero este proceso electoral tendrá que llevarse a cabo cumpliendo estrictamente el reglamento interno de la universidad, vale decir aquel que se encuentra inscrito y acreditado en los registros de la oficina de Registros Públicos. No existe otra alternativa. Solo así, el rector y los vicerrectores que resulten elegidos, podrán tener personería jurídica y actuar como legítimos representantes de la institución.
Sin embargo, lejos de aceptar la realidad, el ilegítimo rector, quien no puede firmar un solo documento como tal, insiste en aferrarse al cargo y mantener su rebeldía. Lo hace porque la corte de adláteres que lo rodea es la misma que aplaude todo lo que dice y apoya incondicionalmente todo lo que hace. No llama la atención por tanto que hace unos días esta actitud de rebeldía haya obtenido el apoyo nada menos que de la asamblea universitaria. Este órgano de gobierno, que debería prevalecer como la voz de la conciencia, una vez más ha sucumbido al acomodo y a la conveniencia, como siempre lo ha hecho con los rectores de turno.
Las misma voces autorizadas se preguntan si, a pesar de no poder firmar ningún documento jurídico, el rector y sus vicerrectores insistirán en llevar adelante la anunciada venta de los numerosos inmuebles que posee la universidad no solo en Chimbote sino también en otras ciudades del país. Estos bienes, como se sabe, suman decenas de millones de soles y fueron adquiridos a diestra y siniestra sin el menor criterio académico, solo con un inocultable afán comercial, como si la universidad fuese una agencia inmobiliaria. ¿Su venta se realizará con esa misma frivolidad?
Cuando faltan ocho meses para que la universidad San Pedro ponga punto final a 38 años de existencia, la mejor lección que podemos obtener de esta ingrata experiencia es no caer en el error de aquellos que disfrutan con ponerse la soga al cuello.