¡Cuando no Chinecas!:
Paradojas de la vida real. Mientras en Huaraz el gobernador regional de Ancash, Fabián Koki Noriega Brito, aseguraba muy orondo ante la prensa que el índice de corrupción regional habría experimentado una supuesta baja, aquí en Nuevo Chimbote uno de sus principales funcionarios de confianza, el gerente general de Chinecas, Camilo Carranza Lecca, fue sorprendido in fraganti por la fiscalía anticorrupción al momento de recibir una coima de dos mil soles en efectivo a cambio de agilizar el pago de los servicios prestados por una empresa contratista.
Esta paradójica ironía, revela que en lugar de experimentar una baja, como le han inducido a creer al gobernador Koki Noriega, la corrupción más bien sigue ganando terreno y se mantiene en alza en todos los niveles de la gestión pública regional. Más que difícil, todo parece indicar que esta es una epidemia imposible de combatir. Los cómputos oficiales provenientes de la Contraloría General de la República así como del portal de Transparencia Económica del MEF y del Ministerio Público, coinciden en colocar a Ancash por segundo año consecutivo a la cabeza de todas las regiones del país en lo que a corrupción pública se refiere. Estamos ante un record pernicioso y lesivo que no tiene cuando acabar y que llena de vergüenza al pueblo ancashino.
En la cadena de mando de la estructura burocrática regional, el gerente de Chinecas ocupa uno de los primeros peldaños de la gestión que encabeza Fabián Koki Noriega. Si bien es cierto que se trata de un cargo considerado de confianza, también es cierto que la elección de este funcionario debe pasar por el filtro de una evaluación donde se priorice el profesionalismo, la experiencia y, si no es mucho pedir, se exija una gran cuota de honestidad. Pero es evidente que, desde la época de los comandos hasta la fecha, para la elección del gerente de Chinecas estos tres factores, sobre todo el último, no cuentan para nada.
Lamentablemente, la elección del funcionario que dirige el proyecto de desarrollo de mayor connotación regional, se realiza bajo los cánones del tráfico de favores políticos lo mismo que del intercambio de intereses económicos y personales.
Justamente, la deplorable intervención fiscal del gerente Camilo Carranza, se produce en una de las circunstancias más cruciales y decisivas de Chinecas. Merced a sendos convenios con Proinversión y el ministerio de Agricultura, el proyecto especial Chinecas está en la obligación de llevar a cabo el saneamiento físico y legal de sus tierras, que en más del 50 por ciento se encuentran en poder de invasores. En este menester se encuentran de por medio empresas consultoras internacionales, ante las cuales es imperativo que los funcionarios del gobierno regional inspiren e intercambien confianza y credibilidad a toda prueba.
Pero para que Ancash deje de ocupar el primer lugar en corrupción, como todos quisiéramos, no basta que alguien induzca al gobernador a incurrir públicamente en un desliz. Lo que hay que hacer es escarbar los interiores del gobierno regional y sacarle la máscara a las mil caras de la corrupción.