Editorial

Una ilusión perdida

Zona Franca de Chimbote:

Aprovechando el ruido político concentrado en la elección de la nueva mesa directiva del Congreso de la República y también de alguna manera en la celebración del 203° aniversario de la independencia nacional, sin levantar mucho polvo el  poder ejecutivo observó, mejor dicho rechazó, el proyecto de  ley aprobado por el pleno del legislativo que  proponía incluir una serie de exoneraciones tributarias en la ley  31407 que declara de interés nacional y necesidad pública la creación de la Zona Franca de Chimbote. Para decirlo en buen castellano, por ahora la creación  de la zona franca de Chimbote, que tantas esperanzas había despertado,  ha vuelto a la congeladora de la agenda gubernamental.

En efecto, el proyecto de ley observado por el ejecutivo proponía incluir en la Ley que crea la Zona Franca de Chimbote la exoneración  del pago de los siguientes tributos:  impuesto a la renta, impuesto general a las ventas, impuesto selectivo al consumo y el impuesto a la promoción municipal.  Esta exoneración era precisamente el imán con el que se pensaba atraer  nuevas corrientes de inversión hacia Chimbote por ser esa la única herramienta capaz de  impulsar la actividad industrial y comercial y generar nuevos puestos de trabajo. La regla es muy simple: sin exoneración tributaria de por medio, es imposible atraer las  la inversiones.

La observación, o mejor dicho el tiro de gracia contra esta iniciativa legislativa,  está contenida en el Oficio   N° 161-PR, de fecha 22 de julio, que lleva la firma de la presidenta de la República Dina Boluarte Zegarra y del presidente del Consejo de Ministros Gustavo Adrianzén Olaya. Con eso, todo vuelve a fojas cero. La esperanza de contar con los beneficios de esta fuente generadora de riqueza, se ha esfumado.

Una detenida observación a la redonda,  permite ver que el puerto de Chimbote, a solo 350 kilómetros de distancia, podría ser, no un competidor,  sino más bien un buen aliado estratégico de Chancay.  Como éste, Chimbote se encuentra en la cabecera de una de las cuencas más  prometedoras de la costa norte del país: la del Santa.  Y no solo eso. También posee inmejorables condiciones marítimas y portuarias que son garantía para cualquier inversión a corto, mediano y largo plazo. Las mismas facilidades que el gobierno de Dina Boluarte está brindado a la inversión china en Chancay, Chimbote también las necesita…y las merece. En su reciente visita al gigante asiático, la primera mandataria no ha debido ignorar a Chimbote.

Las “justificaciones” a las que ha apelado el ejecutivo para rechazar el proyecto de ley y postergar la creación de la Zona Franca de Chimbote,  figuran argumentos rebuscados y hasta subjetivos, que no justifican, en todo caso, ponen en evidencia que no se está midiendo a Chimbote con la misma medida.

En su documento de respuesta enviado al Congreso, el gobierno de Dinas Boluarte se adelanta a conjeturar  que el régimen de exoneraciones tributarias no siempre reporta los beneficios esperados  y añade que ante la aplicación de estas facilidades el estado deja de captar una importante ingreso económico. Sin embargo, lo que el documento no dice, o no quiere reconocer, es que dicha exoneración  es precisamente la cuota inicial que debe aportar el estado a cambio de atraer la inversión.

Si esa es la última palabra del gobierno de Dina Boluarte, quiere decir entonces que la Zona Franca de Chimbote es por ahora una ilusión perdida.