Así estamos:
La presencia de arsénico, hierro y manganeso en las fuentes que abastecen de agua a Sedachimbote, como es el río Santa, no solamente es alta. Supera los límites máximos permisibles, razón por la que los miembros del Comité Provincial de Salud no han tenido otra alternativa que aprobar por unanimidad, y con la celeridad, que se solicite al gobierno central la declaratoria de emergencia sanitaria en toda la provincia del Santa.
Aunque con cierta demora, este lacónico pero al mismo tiempo estremecedor resultado químico fue confirmado en el transcurso de dicha reunión por el biólogo Eder Montesinos, representante de la Red de Salud Pacífico Norte. La contaminación de las aguas del río Santa producida por manos de la minería ilegal, ha alcanzado niveles de tragedia ambiental. Por ahora, son un peligro latente para la salud de la población.
Pero, como si esto no fuera suficiente, en otro pasaje de la reunión del comité el representante del directorio de Sedachimbote, Edilberto Ñique Alarcón, soltó otro detonante. Dijo que, en vista que la ciudad de Huaraz carece de una planta de tratamiento de aguas residuales, éstas son vertidas directamente al cauce del río Santa.
En este momento Huaraz es una metrópoli que supera los 200 mil habitantes, lo que nos da una idea de la magnitud del daño que se viene produciendo a diario. Igual que la capital de la región Ancash, otras localidades del Callejón de Huaylas densamente pobladas, como Independencia, Carhuaz, Yungay y Caraz, entre otras, no encuentran otra solución que acudir al mismo procedimiento para liberarse de sus aguas residuales. Paga pato el río Santa.
Quiere decir entonces que hay razones más que suficientes para que la provincia del Santa sea declarada en emergencia: las fuentes que la abastecen de agua para consumo humano directo están contaminadas más allá de los límites máximos permisibles. Peor noticia, no hemos podido recibir.
Ya en 1990 fuimos la capital mundial del cólera y, a partir de ahí, todas las pandemias que cada cierto tiempo azotan al mundo de un extremo a otro, han estrechado entre sus tentáculos a la provincia del Santa. No nos hemos salvado de ninguna. Lo que confirma que somos una población extremadamente vulnerable. El hecho que por segundo año consecutivo sigamos conviviendo con el dengue, nos releva de mayores comentarios.
De acuerdo con las reglas del conducto regular, el pedido de declaratoria de emergencia aprobado por el Comité Provincial de Salud deberá ser ratificado por gobierno regional de Ancash, quien a su vez lo elevará al gobierno central para su respectiva promulgación. Esperemos que todo este trámite no demore más allá del tiempo reglamentario. La tragedia podría ser peor si es que se toman las medidas cuando el daño ya se haya tornado incontrolable.
En tal sentido, es hora de ir pensando en los planes de contingencia, pues las secuelas de la contaminación del río Santa aún no se han manifestado en toda su intensidad. Recién vamos a saber qué tan dañino es el fantasma de esta nueva emergencia.