Opinión

La estrategia del caos: Una amenaza para la democracia

Por: Fernando Zambrano

Analista Político

La constante cobertura diaria de crímenes por parte de los medios de comunicación nacionales, con algunas honrosas excepciones, no es un fenómeno casual ni simplemente un ejercicio de sensacionalismo. Se trataría de una estrategia cuidadosamente diseñada para infundir temor en la población y crear una percepción de indefensión.

Esta táctica, que evoca el estilo propagandístico de ciertos regímenes autoritarios, plantea dudas sobre la integridad de los medios serios. Si bien es innegable que enfrentamos una ola de criminalidad, es fundamental reconocer que esta realidad es desproporcionadamente amplificada por la mayoría de medios de comunicación de alcance nacional, cuyos intereses pueden no ser del todo transparentes.

Se trataría de una bien trazada estrategia para generar temor en la población y la percepción de un estado de indefensión. Una estrategia con olor a tabaco cubano, de la cual dudo que los medios de comunicación serios de provincias formen parte. Esta estrategia sería retro alimentada por las encuestas, que dedican todas sus ediciones a captar y medir la percepción de miedo que los medios han generado. Es una abominable especie de medición de una macabra estrategia.

Generado el caos, como decía Mao, la paja estará seca, y entonces venderán con facilidad sus pócimas a un pueblo que, atemorizado, fácilmente caerá en sus manos. Generan una situación de caos, distorsionando la realidad y amplificando los temores y el odio, asignan responsabilidad a enemigos políticos u opositores, y luego engatusan al pueblo con pócimas socialistas, progresistas o globalistas.

La generación de temor, odio y caos generalizado a través de los medios de comunicación es una táctica peligrosa, que ha sido utilizada por diversos regímenes autoritarios a lo largo de la historia para justificar la implementación de políticas de corte socialista. Es la misma estrategia de generar temor y odio que utilizó el nazismo o el comunismo ruso, cubano, nicaragüense o venezolano, con resultados devastadores para la democracia y el bienestar de la población.

La Unión Soviética, bajo el liderazgo de Lenin y Stalin, utilizó ampliamente la propaganda y la censura para crear un ambiente de miedo y desconfianza entre la población. Los medios de comunicación estatales distorsionaban la realidad y culpaban a enemigos políticos imaginarios por los problemas del país. Esto permitió al régimen implementar políticas socialistas que terminaron en un desastre económico y humanitario.

Fidel Castro y el régimen cubano siguieron un patrón similar al de la URSS. Los medios de comunicación estatales generaron una atmósfera de crisis y amenaza constante, culpando a Estados Unidos y a los “contrarrevolucionarios” por los problemas del país. Esto justificó la supresión de las libertades y la implementación de políticas socialistas que han mantenido a Cuba en la pobreza y la represión durante décadas.

El régimen sandinista en Nicaragua también utilizó la estrategia del caos para mantenerse en el poder. Los medios de comunicación afines al gobierno crearon un ambiente de inestabilidad y amenaza, culpando a la “oligarquía” y a los “imperialistas” por los problemas del país. Esto permitió a los sandinistas reprimir la oposición y aplicar políticas socialistas que llevaron a Nicaragua al borde del colapso.

El chavismo en Venezuela ha perfeccionado esta estrategia. Los medios de comunicación afines al gobierno han generado una atmósfera de crisis permanente, culpando a la “burguesía” y a la “injerencia extranjera” por los problemas del país. Esto ha permitido al régimen de Maduro reprimir la disidencia, censurar a los medios independientes y aplicar políticas socialistas que han sumido a Venezuela en una profunda crisis humanitaria y económica.

En el Perú, aquellos que fueron derrotados por el gobierno de Alberto Fujimori o que se sintieron amenazados en sus intereses económicos han utilizado los medios de comunicación para fomentar una cultura del odio, responsabilizando a Fujimori de todos los males que aquejan al país. Esta situación llevó al Poder Judicial a desarrollar tesis jurídicas carentes de lógica, como la de la autoría mediata, con el fin de encarcelar a Fujimori sin pruebas concretas, basándose únicamente en la presunción de que debía estar al tanto de lo que sucedía. Así, se contaminó la mente de jóvenes que, alimentados por distorsiones falaces de la realidad, se convirtieron en parte de una especie de secta del odio.

La generación de temor y caos a través de los medios de comunicación es una estrategia peligrosa que amenaza la democracia y el bienestar de los pueblos. Debemos estar alerta ante estos intentos de manipulación y defender la libertad de prensa y la pluralidad informativa como pilares fundamentales de una sociedad libre y justa. Solo así podremos evitar que se repitan los trágicos errores del pasado.