Editorial

Desenterrando un valioso tesoro

Pañamarca:

Conforme hemos dado a conocer ampliamente en nuestra edición de ayer, los trabajos de investigación que se vienen  realizando en  el complejo arqueológico de Pañamarca, situado en el  vecino valle de Nepeña, están permitiendo desenterrar un valioso tesoro perteneciente a la cultura Mochica, que se ha mantenido oculto por más de 1,500 años y que va a colocar a la zona de Nepeña en un nuevo centro de atracción turística y cultural.

Los trabajos de investigación se realizan con el auspicio de la National Geographic,  la Universidad de Columbia y el Centro de Conservación Avenir del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, todo ello bajo la supervisión de la Dirección regional de Cultura de Ancash, lo que dice mucho de la importancia que tiene Pañamarca para el conocimiento del proceso  histórico y cultural que tuvo como escenario esta parte del Perú. La Cultura Moche o Mochica se desarrolló entre los siglos V y VIII de nuestra era y abarcó gran parte del norte peruano comprendido entre Lambayeque y Paramonga.

Los primeros resultados de este trabajo de investigación, confirman lo que ya en las décadas de 1930 y posteriormente en 1990 adelantaron otros investigadores, entre ellos  Duccio Buonavía y Lorenzo Samaniego Román.  Todo apunta a señalar que el complejo arqueológico de Pañamarca fue el centro ceremonial más importante de la cultura Mochica en la actual provincia del Santa. El complejo está conformado por una pirámide escalonada, un patio ceremonial y en sus paredes interiores existen numerosos murales que representan escenas mágico-religiosas que sugieren la vigencia de  una rigurosa estructura social.

Como se acaba de informar, uno de estos murales muestra a una sacerdotisa que  ocupa un trono,  rodeada a cierta distancia de varones en actitud de subordinación, una representación muy similar a la que ofrece la Dama de  Cao, que pone en relevancia el protagonismo de la mujer en la civilización mochica.

Inevitablemente, los descubrimientos que se están realizando en Pañamarca gracias al apoyo de la ayuda internacional, nos lleva a preguntarnos ¿qué están haciendo el gobierno regional y los gobiernos locales para poner en valor y difundir nuestro valioso patrimonio cultural?. La respuesta es: nada. Y eso no puede seguir así. Hace falta un cambio de mentalidad y actitud en nuestra burocracia. Es posible que dentro de muy poco tiempo, Pañamarca se convierta en un polo de atracción turística y cultural y genere un nuevo flujo de visitantes. Eso va a demandar el mejoramiento de accesos viales,  la promoción de servicios complementarios y sobre todo el mantenimiento y protección del complejo arqueológico; tarea que le compete a las oficinas de cultura y turismo del gobierno regional y gobiernos locales.

No esperemos que se repita lo sucedido con el milenario templo de Punkurí, que fue puesto en valor gracias al apoyo de empresas privadas pero que se ha visto obligado a cerrar sus puertas debido a los daños ocasionados por el fenómeno El Niño. No permitamos que Pañamarca, con toda la ayuda internacional que viene recibiendo, vuelva a ser un tesoro enterrado.