¡Inaceptable!:
Una desagradable noticia, que sin duda ha causado total desconcierto y fundada alarma en Chimbote, es la presencia de improvisadas construcciones de material precario que se han instalado nada menos que en la playa Las Conchuelas de la isla Blanca, un espacio natural que forma parte del patrimonio paisajístico de Chimbote y que se encuentra bajo el amparo de varios dispositivos legales, entre ellos la ley 28611, Ley de Protección del Medio Ambiente.
A todas luces, la presencia de estas construcciones pone en clara evidencia que su finalidad es el expendio de comidas y bebidas para atender la demanda de un flujo cada vez mayor de visitantes y bañistas que acuden a ese lugar, hecho contra el cual no cabe el menor cuestionamiento, siempre que esta actividad se realice con la autorización oficial correspondiente y bajo la estricta observancia de las reglas de salud e higiene. Pero, por la forma como se han improvisado estas construcciones, también es evidente que esta actividad amenaza no solamente con alterar el paisaje y el medio ambiente de este entorno natural, sino también con atentar contra la tranquilidad de los demás visitantes.
Como ya lo hemos comentado al ocuparnos de lo que sucede en las playas El Dorado y Caleta Colorada, ya es hora que estos espacios naturales dejen de estar expuesto a la espontaneidad y otras arbitrariedades, como todavía sucede en cada verano. Por razones ambientales, de seguridad y sostenibilidad, el uso de las playas exige hoy en día que éste se realice bajo los lineamientos de un proyecto de desarrollo turístico concebido a corto, mediano y largo plazo.
Para que estos proyectos sean puestos y se pongan en ejecución, primero tienen que ser aprobados por los organismos oficiales directamente comprometidos, como son los ministerios de Turismo, Ambiente, Salud y, en el caso de la isla Blanca, de la Dirección General de Capitanías del ministerio de Defensa. En ese orden, la aprobación de un proyecto de esta naturaleza deberá incluir la participación del gobierno regional de Ancash y de la municipalidad provincial del Santa en su condición de dueños de casa. Obviamente, el proyecto deberá ser socializado, es decir contar con la aprobación de la sociedad civil del pueblo de Chimbote.
Nada de esto sin embargo, ni siquiera la intención, se advierte en la arbitraria y audaz ocupación de la playa Las Conchuelas. Es posible que detrás de todo esto exista una mano negra que está manipulando trámites para tratar de aparentar una legalidad falsa e inexistente. ¿Dónde está el documento que autoriza la instalación de estas construcciones?
Nadie podrá negar que isla Blanca es un lugar privilegiado que reúne todas las condiciones para convertirse en un imán turístico del más alto nivel, único en esta parte de América. Pero no por eso vamos a permitir que se improvisen las cosas. Ya bastante tenemos con la pérdida de nuestra bahía como resultado de la improvisación con la que se permitió la instalación de las fábricas pesqueras. Por muchas manos negras que tengamos que enfrentar, Chimbote y la isla Blanca no tienen porque seguir siendo tierra de nadie.