Opinión

Cuando el activismo mal dirigido amenaza el Desarrollo Nacional

La Paradoja del Progreso

En vísperas de un evento de trascendental importancia para el Perú, como es la cumbre de APEC que reunirá a representantes de las economías más influyentes del mundo en nuestro país, nos encontramos ante una situación que merece un análisis profundo y reflexivo.

Un sector del gremio de transportistas, junto con algunos grupos activistas y manifestantes, han convocado a un paro nacional contra el gobierno, coincidiendo precisamente con las fechas de este crucial encuentro internacional. Esta acción, lejos de ser una expresión legítima de descontento, revela una preocupante falta de visión y compromiso con el desarrollo nacional.

Es innegable que en toda democracia, la protesta es un derecho fundamental. Sin embargo, cuando estas manifestaciones se programan deliberadamente para sabotear eventos que podrían impulsar significativamente la economía y el prestigio internacional del país, es necesario cuestionar las verdaderas motivaciones detrás de tales acciones.

La cumbre de APEC representa una oportunidad única para el Perú. No solo nos posiciona en el escenario global como un país capaz de albergar eventos de tal magnitud, sino que también abre puertas para inversiones, acuerdos comerciales y colaboraciones que podrían traducirse en un impacto positivo directo en la vida de millones de peruanos, especialmente en la reducción de la pobreza.

Los organizadores de este paro, al priorizar sus agendas políticas sobre el bienestar colectivo, demuestran una alarmante falta de visión a largo plazo. Es crucial entender que el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza no se logran mediante acciones disruptivas que ahuyentan la inversión y dañan la imagen del país, sino a través de diálogos constructivos y colaboración entre todos los sectores de la sociedad.

La respuesta del gobierno, declarando feriados y estableciendo clases virtuales durante las fechas de APEC, ha sido una movida estratégica que, irónicamente, ha dejado en evidencia la fragilidad de los argumentos de los manifestantes. Al reducir la necesidad de transporte público, esta medida ha desinflamado efectivamente el impacto potencial del paro, revelando quizás que el verdadero objetivo no era la mejora de condiciones para el pueblo, sino la generación de caos y la obstaculización del progreso nacional.

Es momento de que como sociedad reflexionemos sobre el tipo de país que queremos construir. ¿Seremos una nación que sabotea sus propias oportunidades de crecimiento o una que trabaja unida para aprovechar cada oportunidad de mejora? El verdadero patriotismo no se mide por la capacidad de paralizar un país, sino por el compromiso de contribuir a su desarrollo, incluso cuando esto significa poner de lado diferencias políticas en pos del bien común.

La cumbre de APEC es solo un ejemplo de las muchas oportunidades que el Perú tiene para avanzar. Es responsabilidad de todos los peruanos, desde los líderes políticos hasta cada ciudadano, asegurar que estas oportunidades se traduzcan en beneficios tangibles para la población. El diálogo, la negociación y la búsqueda de consensos deben ser nuestras herramientas principales, no la obstrucción y el sabotaje.

En conclusión, mientras nos preparamos para recibir a los líderes económicos del mundo, es imperativo que demostremos nuestra madurez como nación. El verdadero cambio y progreso no vendrán de acciones que dividen y paralizan, sino de un esfuerzo colectivo por construir un Perú más próspero, justo y desarrollado para todos. El futuro de nuestro país está en nuestras manos, y es hora de actuar con responsabilidad y visión de futuro.