Editorial

Cerebro de La Centralita empieza a cantar

Para refrescar la memoria:

En su declaración ante el Tercer Juzgado Penal Colegiado Nacional que investiga al ex presidente Ollanta Humala Tasso y a su esposa Nadine Heredia  Alarcón por presuntos actos de corrupción cometidos durante su gobierno,  el autodenominado empresario  Martín Belaunde Lossio aseguró haber sido intermediario de una donación de 400 mil dólares en efectivo que  el representante de la empresa brasileña Odebrecht, Jorge Barata,  le entregó para financiar la campaña electoral del ex presidente. 

Con lujo de detalles  -precisando nombres, fechas y domicilios-  Belaunde Lossio  aseveró que, en su condición de miembro del equipo de campaña, él cumplió con entregar   esa suma de dinero a la esposa del entonces candidato Ollanta Humala, la señora Nadine Heredia. Y con esa misma predisposición, añadió que también fue intermediario del aporte de dinero en mochilas, realizado por  un grupo de empresarios venezolanos.

Pero luego que Ollanta Humala fue elegido presidente de la república para el periodo 2011-2016, no se sabe por qué razón Martín Belaunde Lossio desapareció del entorno palaciego para recalar en Chimbote, esta vez  en la condición de asesor principal –pero también en la sombra- del ex presidente regional César Álvarez Aguilar.  Su experiencia  en el teje y maneje de intercambio de favores entre empresas transnacionales y organismos del estado, y sobre todo su privilegiado contacto con lo más graneado de la prensa nacional, hizo que Belaunde Lossio  se convirtiera en poco tiempo en el principal asesor de César Álvarez Aguilar, es decir en el verdadero poder detrás del trono del gobierno regional de Ancash.

Fue justamente por esa época cuando nació La Centralita, primero en el tercer piso de un edificio de la cuarta cuadra del jirón Enrique Palacios y finalmente en la exclusiva  zona residencial de La Caleta. Desde aposento, donde se dice que se trabajaba a puerta cerrada y bajo llave, se tejió la red de corrupción considerada como la más grande y más poderosa del país. Desde entonces, los diezmos y las coimas pasaron a imponerse y dominar por completo el engranaje de la gestión regional. Producto de este carnaval desenfrenado, César Álvarez Aguilar  -conforme lo ha demostrado la justicia- recibió una coima de 2.3 millones de dólares de la brasileña Odebrech, a cambio de la adjudicación de la carretera Carhuaz-Chacas-San Luis. 

Imposible olvidar que fue también al interior de La Centralita donde, en alianza incondicional con los ex congresistas Heriberto Benites y Víctor Crisólogo, se consiguió salvar a César Álvarez de comparecer ante el Congreso de la República para que responda por dos acusaciones de corrupción. Cualquier fiscal de Huaraz o Chimbote que en esa época tuvo la valentía de denunciar al intocable ex presidente regional, y todo medio de prensa que rebotaba esta denuncia, eran atacados sin piedad, con insultos y calumnias de todo calibre, por un selecto equipo de “comunicadores independientes y moralistas”, que solían acompañar  a César Álvarez en sus viajes a Brasil.

Por más que tenga que cantar todo lo que sabe de casos de corrupción que hayan sucedido en otras latitudes, para Chimbote el nombre de Martín Belaunde Lossio siempre estará asociado a la tristemente célebre Centralita. En política resulta fatal perder la memoria.