Editorial

El pueblo vive atrapado bajo psicosis del miedo

Como nunca antes:

El vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Pescado del Mercado Bellamar de Nuevo Chimbote, señor  Emilio Gutiérrez Pajuelo, ha dado  a conocer  un hecho que una vez más ha puesto en videncia la sicosis de pánico colectivo que se ha apoderado de la población como consecuencia de la incontenible ola de delincuencia que azota sin piedad a esta jurisdicción.

Los ciento cuarentaidós miembros de este gremio de comerciantes, todos ellos de modesta condición económica, se han visto obligados a  implementar con sus propios recursos un sistema de alarmas y cámaras de videovigilancia para alertar el acecho de delincuentes que todos los días acuden a este lugar para exigir el pago de cupos a cambio de  no atentar contra la integridad de los comerciantes y sus familiares.

Por su parte, la señora  Dina Machaca Cárdenas, secretaria general del Asentamiento Humano Las Quintanas de Nuevo Chimbote, donde cuatro trabajadores fueron asesinados a sangre fría dentro de un taller de mecánica, solicitó a las autoridades de Nuevo Chimbote la instalación de cámaras de seguridad y un mayor patrullaje por parte de la policía nacional y del servicio de serenazgo.

Este pedido fue formulado  en el transcurso de la ceremonia de izamiento realizada el domingo último, donde  la dirigente vecinal recordó que Las Quintanas es un pueblo que siempre ha vivido en paz pero que últimamente está viviendo bajo la sensación de un miedo permanente debido a  la presencia indiscriminada de extorsionadores y cobradores de préstamos “gota a gota”.

En efecto, de un tiempo a esta parte la delincuencia común y organizada ha cogido en sus garras a este sector de humildes emprendedores, gente que con mucho sacrificio  todos los días se gana la vida  para mantener y sacar adelante sus hogares. Estos emprendedores, que deberían  desarrollar sus actividades con total tranquilidad, ahora lo hacen bajo la amenaza, cada vez más exigente, de ser sufrir un atentado contra su integridad si no aceptan las exigencias de los delincuentes.

No solamente empresarios y clientes de instituciones bancarias viven bajo la amenaza de  esta sicosis colectiva. Ahora también están sufriendo este flagelo los propietarios de bodegas, los pequeños comerciantes, las amas de casa y hasta los escolares. Nadie está libre de los asaltos, los robos al paso, las extorsiones y los secuestros. Los sicarios están  matando hasta por un sol.

La falta de capacidad preventiva y represiva de la que adolecen la Policía Nacional y el servicio de Serenazgo  -que es un mal ya inocultable- la está pagando la población a un precio cada día más alto. Urge revertir cuanto antes esta terrible situación.