El mismo 23 de junio del 2011, cuando el gobierno central dispuso la transferencia del Terminal Portuario de Chimbote nada menos que a manos del gobierno regional de Ancash, desde estas páginas fuimos los primeros en advertir el grave riesgo que esta medida antitécnica y demagógica, representaba no solo para el desarrollo económico de Chimbote sino también para el propio estado peruano.
La dichosa transferencia, cacareada a los cuatro vientos por el entonces presidente regional César Álvarez Aguilar, jamás ha tenido hasta la fecha una gestión positiva, salvo el pago de planillas. Por el contrario. Luego de haber ocupado el segundo en el movimiento portuario nacional, después de El Callao, hoy Chimbote ocupa el último lugar de la tabla sin que este humillante retroceso sea motivo de alarma para las autoridades del gobierno regional de Ancash.
Como lo dijimos en su momento, la transferencia del terminal portuario estuvo muy lejos de responder a una estrategia de desarrollo económico nacional. No fue ni siquiera una medida política sino politiquera. Un acto de demagogia extrema por el que Chimbote está pagando un precio muy alto. Lo sucedido en estos últimos 14 años, es la mejor muestra de lo que jamás se debe hacer con los bienes del estado.
Los hechos han demostrado que la transferencia del terminal portuario a manos del gobierno regional de Ancash, que no posee experiencia ni voluntad de gestión, ha sido como confiar la conducción de un barco en altamar a un niño que todavía juega con barquitos de papel.
Por supuesto que los únicos que salieron a las calles para celebrar la dichosa transferencia fueron las portátiles a sueldo de César Álvarez Aguilar y los propios trabajadores del terminal, quienes hasta hoy se sienten cómodos con esta situación. Genere o no genere ingresos el terminal, ellos tienen asegurado su sueldo.
Y como para que no quede duda del estado en que se encuentra el ex segundo puerto del Perú, el Organismo de Sanidad Pesquera, SANIPES, ha clausurado por diez días el terminal portuario de Chimbote. El motivo es no haber levantado dentro del plazo establecido las observaciones de sanidad halladas en el punto de embarque de productos hidrobiológicos, como es la presencia de heces fecales de aves marinas, algo que a estas alturas ya no sucede en ningún puerto del mundo. Como si esto no fuera suficiente, el organismo fiscalizador se ha dado con la sorpresa que las certificaciones de sanidad del terminal, están vencidas. ¿Qué otra cosa puede esperarse de la gestión del gobierno regional de Ancash?.
De otro lado, ha comenzado a correr el rumor que –cuándo no- el sindicato de trabajadores del terminal se alista para alzar las banderas contra el proceso de concesión del puerto, una gestión del más alto nivel gubernamental que está a punto de concretarse. Quieren que Chimbote continúe en el último lugar de los puertos del litoral. ¿Es así como se pretende boicotear el proceso de concesión?. Tal parece que si.