Opinión

Universidades en Áncash: ¿Cantidad o Calidad?

Por: Mg. Miguel Koo Vargas

Experto en reputación y profesor de posgrado

En el Perú, la educación superior enfrenta desafíos críticos, especialmente en regiones como Áncash, donde el acceso a oportunidades educativas de calidad es limitado. Ante este panorama, han surgido propuestas para reabrir universidades cerradas por el proceso de licenciamiento o crear nuevas instituciones en la región. Aunque estas propuestas buscan responder a necesidades legítimas, debemos reflexionar sobre su viabilidad y su impacto real en el desarrollo regional.

El cierre de universidades por la Sunedu no fue una decisión arbitraria, sino una medida fundamentada en la urgente necesidad de garantizar estándares mínimos de calidad en la educación superior. Reabrir estas instituciones sin una reforma profunda no solo significaría perpetuar problemas estructurales como la falta de docentes calificados, infraestructura inadecuada y la desconexión con los estándares académicos exigidos, sino también revivir modelos de gestión administrativa deficientes que, en su momento, comprometieron tanto su sostenibilidad como su impacto reputacional.

Por otro lado, la creación de nuevas universidades también plantea retos significativos. No basta con abrir más instituciones como se ha hecho recientemente en el Congreso; es esencial garantizar que estas respondan a las necesidades del entorno y sean sostenibles en el tiempo. Carreras relacionadas con la minería sostenible, agroindustria y turismo podrían ser relevantes para Áncash, pero requieren planificación, inversión en infraestructura y alianzas con sectores productivos para garantizar empleabilidad y pertinencia.

En lugar de priorizar la cantidad, deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en fortalecer las instituciones ya licenciadas y en promover la educación técnica superior. Esta última, con programas específicos en áreas como tecnología agraria o mantenimiento industrial, puede ofrecer soluciones efectivas y de menor costo para responder a las necesidades locales. Además, alianzas estratégicas entre la academia, las empresas y los gobiernos regionales podrían ampliar la cobertura educativa sin asumir los riesgos de crear instituciones desde cero.

La sostenibilidad debe ser el eje central de cualquier iniciativa educativa. Esto implica priorizar la calidad académica, asegurar viabilidad financiera y garantizar un impacto positivo en la sociedad. Sin una visión de largo plazo, cualquier propuesta corre el riesgo de convertirse en una solución temporal que no resuelve los problemas de fondo.

La educación superior debe ser un motor de cambio, no solo un número más en las estadísticas. Es hora de dejar de lado la idea de que más instituciones equivalen a más desarrollo. Calidad, pertinencia y sostenibilidad son las claves para construir un sistema educativo que transforme vidas y regiones, y Áncash merece que enfoquemos nuestros esfuerzos en lo que realmente es trascendente para los jóvenes.