Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
Colombia enfrenta uno de los momentos más críticos de su historia económica reciente. Las sanciones de Estados Unidos, suspendidas en las últimas horas y condicionadas al cumplimiento de exigencias de los Estados Unidos, no son simplemente un conflicto diplomático, sino un potencial tsunami económico con potencial de destrucción masiva.
Los mercados financieros colombianos han experimentado una fuerte volatilidad, tras el anuncio de drásticas sanciones anunciadas por el gobierno de Donald Trump ante la orden del presidente Petro de impedir el aterrizaje de dos aviones de las fuerzas armadas repatriando inmigrantes ilegales.
Las fuertes sanciones a Colombia pasan por establecer aranceles de emergencia del 25 % sobre todos los bienes que llegan a los Estados Unidos, y se ha anunció que en una semana los aranceles del 25 % se elevaría al 50 %.
Asimismo, se estableció la prohibición de viajar y revocaciones inmediatas de visa para los funcionarios del gobierno colombiano y todos los aliados y partidarios, sanciones de visado para todos los miembros del partido, familiares y partidarios del gobierno colombiano, inspecciones mejoradas de aduanas y protección fronteriza de todos los ciudadanos colombianos y carga por motivos de seguridad nacional, y sanciones del Tesoro, Bancarias y Financieras de la IEEPA que se impondrán plenamente. Trump anunciará más medidas en los próximos días.
Ante estas sanciones se previó que el dólar se dispararía, posiblemente alcanzando cerca de $5.000 pesos. Los analistas previeron una jornada “muy negra” para los mercados financieros colombianos, existiendo alta probabilidad de que el Banco de la República intervenga el mercado cambiario.
Las sanciones de Estados Unidos iban a golpear severamente las exportaciones colombianas, que representan el 29% de sus exportaciones. En 2024, Colombia exportó más de 13 mil millones de dólares a EE.UU. La elevación de aranceles del 25% (que podrían aumentar al 50%) generarían un impacto “inmediato y devastador”.
La bolsa de valores colombiana enfrentaría una situación crítica con alta probabilidad de desestabilización económica. Colombia estaba ante una potencial devaluación del peso colombiano, un aumento de la inflación, fuga de capitales, reducción de divisas y una posible desaceleración económica.
Por otro lado, Colombia se había posicionado como el hub estratégico para empresas estadounidenses en Latinoamérica, especialmente en sectores de tecnología, manufactura y servicios. Más de 500 empresas estadounidenses operan en Colombia, generando más de 107.000 empleos formales.
La estadía de estas empresas en Colombia estaría en riesgo si la situación con EE.UU. escalaba. Perú no solo se vería beneficiado en sus exportaciones ante la pérdida de competitividad de los productos colombianos, sino que además podría convertirse en el nuevo hub de las empresas estadounidenses.
Si bien las sanciones anunciadas han quedado en suspenso, luego de que el presidente Petro retrocediera y accediera a todas las exigencias del gobierno de Trump, no cabe duda que se mantienen las eventuales sanciones como una espada de Damocles sobre Colombia, lo que repercutirá en la economía colombiana, aunque en menor medida.
Porque el comercio global opera bajo una regla implacable: donde un actor pierde competitividad y confianza, otro emerge inmediatamente para ocupar su lugar.