Por: FERNANDO VALDIVIA CORREA
En la recta final de la segunda vuelta electoral, estrenaba esta melodía “Qué lindo, qué lindo que va ser cuando los corruptos ya no estén en el poder”. Meses después, ya instalada en Palacio de Gobierno como primera dama, sorprendió a los internautas al postear ¿Tan difícil es caminar derecho?, en clara referencia al entonces vicepresidente de la República, Omar Chehade.
Engreída y arrogante para sus críticos. Ejemplar madre y esposa para sus allegados. Cogobernó con Ollanta Humala, al punto que éste (apodado cosito, cuyo significado podría ser como un felpudo de su cónyuge) orgullosamente reconocía que Nadine le ayudaba en tomar decisiones ejecutivas. Por ello, el finado exmandatario Alan García los nombró “la pareja presidencial”. Además, la propia Heredia Alarcón no se ayudaba, pues se presentaba en varios eventos protocolares mencionando frases como “mi ministra”. Esto, y más frivolidades (compras de vestuario, carteras, pulseras, etc., de prestigiosas marcas imposibles de pagar con el sueldo de alto funcionario público), hicieron que la ciudadanía literalmente les tuviera tirria.
Asimismo, la relación con su familia política era pésima. Su suegro, don Isaac la detestaba (y aún lo hace), al punto de tildarla de estar “borrachita de poder”.
Acusada junto a su consorte de lavado de activos, por lo cual la Fiscalía había pedido 26 años de prisión, no se presentó a la lectura de sentencia el pasado miércoles 15 de los corrientes, y quien sí lo hizo fue Humala Tasso. Transcurrieron los minutos, y el juez dio un adelanto de sentencia, condenándolos a 15 años de cárcel. Mientras un resignado Ollanta era escoltado a Barbadillo, Nadine, quizá previendo este magro resultado, partió rumbo a la embajada de Brasil, ingresando y pidiendo asilo, el mismo que le fue concedido por el gobierno de Lula Da Silva. Por la noche, la cancillería peruana anunció que otorgó las facilidades para que la exprimera dama saliera del territorio, cosa que horas después lo hizo, encontrándose en este momento ya en suelo carioca.
La caviarada, en mayoría, han guardado un silencio sepulcral sobre el tema (y me resisto a creer que sea por Semana Santa). Más aún, la Congresista Sigrid Bazán (sí, aquella que hasta hoy no explica de dónde obtuvo US$ 500 mil para adquirir lujos inmuebles) la justificó diciendo que “está en su derecho”. Esta frase resulta irónica, pues en noviembre de 2018, cuando el exjefe de Estado, Alán García, solicitó asilo político en la embajada de Uruguay, la progresía en pleno hizo un mega escándalo, oponiéndose desde luego. Por ejemplo, la exsecretaria de Nadine, Verónika Mendoza, posteó en redes sociales “Una vez más se ratifica que el señor AG NO es un perseguido político. Ya es hora de que responda a la justicia que tantas veces evadió cobardemente”. Hasta el propio Ollanta, pidió a través de una extensa carta al entonces presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, que negara dicho pedido. Vueltas que da la vida, hoy su esposa vive, o sufre mejor dicho, el mismo drama.
Lo cierto es que Nadine estará asilada por tiempo indefinido; mientras que Ollanta aislado por un prolongado tiempo.