Editorial

Editorial: ::: UN PAÍS EN REFLEXIÓN :::

Hoy es viernes santo, un día muy especial para el mundo católico en razón que se recuerda el día de la muerte de Jesús en la cruz, el padecimiento del hijo de Dios que entregó su vida para salvar del pecado a la humanidad.

Esta festividad cristiana es la más importante de la Semana Santa y en razón del luto que se debe guardar, la Iglesia católica manda a sus fieles, como penitencia, a guardar ayuno y abstinencia de carne.

El Viernes Santo es, fundamentalmente, un día de duelo durante el cual se recuerda la crucifixión de Jesucristo en el Calvario, quien se sacrifica para salvar del pecado a la humanidad y darle la vida eterna. De allí que la cruz se haya tomado como el símbolo de la gloria para la adoración de los cristianos.

En consecuencia no se trata de un día cualquiera, es el que nos invita a reflexionar sobre el significado del sacrificio de una vida para aliviar a las demás, es un día de recogimiento y de absoluto acompañamiento a nuestro guía y señor.

No podemos olvidar que la muerte de Jesús es la secuela de muchos factores que se dan en la vida propia, las autoridades religiosas de Judea vieron en Jesús un serio peligro por tratarse de un pastor que tenía arraigo y era popular, temían que su palabra pueda representar mucho en la comunidad y esa envidia los llevó a conspirar contra él.

Corrompieron a uno de los apóstoles de Jesús, consiguieron con prebendas que lo traicionara y luego lo entregaron a la autoridad para que lo juzgue, empero, ésta lejos de tomar una decisión “se lavó las manos” y dejó que la turba enardecida tome una decisión para sellar la muerte de Jesús en la cruz.

Temas propios de la historia en el mundo y que nos invita a pensar mucho en lo que sucede en nuestro entorno, mucho más el día de hoy viernes que es de plena reflexión sobre lo que nos está sucediendo y sobre la esperanza en el futuro de nuestros hijos, de nuestra familia y de la comunidad.

Este viernes santo llega en un momento propicio, quien sabe cómo una suerte de tregua frente a la convulsión política que ha envuelto al país en las últimas semanas, diríamos en los últimos meses, desde el cierre del año pasado en que el manejo del país se fue de tumbo en tumbo, quedó seriamente menoscabado y ha terminado nada menos que en la dimisión de un Presidente que, cargado en años, ya no daba para más, encerrado en una obstinación única y desacreditado por su pasado siniestro en el manejo de influencias y los negociados con las poderosas y corruptas empresas que se llevaron los presupuestos públicos de la peor manera.

Esa convulsión política llegó a su clímax cuando, víctima de sus propios errores, el renunciante Jefe de Estado Pedro Pablo Kucyznski se quedó sin el respaldo de todas las bancadas y hasta de algunos que formaban su propia bancada, su desesperación por eludir un segundo pedido de vacancia a través del negociado de los votos en el congreso, ofreciendo prebendas a los parlamentarios en materia de obras y favorecimiento en los cargos públicos, lo llevó al destierro.

Por ello es que en apenas 48 horas operó una fugaz transferencia de mando en el país, dentro de un absoluto marco democrático y sin que existiera un solo atisbo de resquebrajamiento del orden constitucional, nadie daba ni medio por un Presidente que no solo le mintió al país, que no solo quedó descubierto como el gran lobbysta que todos decían de él, sino que no tuvo recato alguno en apelar a las mismas y siniestras prácticas del montesinismo para pretender asegurar votos en el congreso que le permitan salvar su destierro del cargo, por el contrario, todo ello lo ha envuelto en nuevos escándalos, en denuncias penales y en una primera medida de impedimento de salida del país que representa, en este momento, solo la antesala de una orden de prisipkn que ya nadie extrañaría, salvo el atenuante de su edad que lo impediría.

Afortunadamente, todo ese ruido político que le ha hecho mucho daño a la estabilidad, que ha generado serias brechas en la vida económica del papis, que ha perjudicado seriamente a las empresas en general, parece que comienza a despejarse y quedar atrás con la llegada a la Casa de Pizarro del flamante Presidente Martín Vizcarra Cornejo.

Aun cuando se trata del primer vicepresidente del desterrado Pedro Pablo Kucyznski, el flamante Jefe de estado parece representar a la figura oportuna de consenso, un político que, a despecho del descrédito que se ha generado en los últimos años, cuenta con la anuencia de las diferentes fuerzas políticas que se encuentran concentradas en el congreso y de todos los líderes políticos.

Ello porque el país se encuentra en un momento de enardecimiento político que puede generar un caos en todos los niveles y es Vizcarra Cornejo el hombre apropiado para poner esos paños fríos y hasta helados que demandaban la hirviente situación política nacional.

Confiamos en que tenga éxito, es lo que todos queremos, no se trata de alguna vindicta política ni nada por el estilo, las graves denuncias que se han originado con la salida del renunciante presidente son solo la secuela de un accionar ventajista y repudiable, de allí que deberán ser sancionadas en los canales que corresponden.

En este escenario es propicio que la fiesta santa represente una buena oportunidad para que todos los peruanos hagamos un ejercicio de contrición y convengamos que es momento de poner todos el hombro por sacar al ejecutivo del hoy en el que se encuentra, que se permita al nuevo gobernante que retome el control de la nave presidencial y enrumbe al país por los caminos del progreso y desarrollo que todos queremos.

Pidamos todo porque el divino hacedor ilumine el camino que le queda atravesar a Martin Vizcarra, que en este día de recogimiento y pesar oremos por la pacificación del país, por que cese la violencia y la delincuencia, porque el sistema político del Perú se reacomode y tome la senda que todos esperamos. Ese es el deseo de las mayorías y solo queda confiar en que el nuevo Jefe de estado responda a todas esas expectativas.