La ciudad de Chimbote, como sede de la Corte Superior de Justicia del Santa, tiene el triste record de ostentar uno de los mayores registros de condenas de cadena perpetua que es la máxima pena de nuestra legislación y que se han impuesto a depravados sujetos que han atentado contra el honor sexual de niñas menores de 14 años de edad.
Al margen de la labor judicial que resulta encomiable en este aspecto, lo que no deja de preocupar es la presencia de desviados sexuales que acechan a las niñas y que pone de manifiesto que en nuestro Puerto se encuentran pervertidos pululando por las calles y que han desgraciado la vida de muchas niñas, los archivos periodísticos no nos permitirán faltar a la verdad en lo que afirmamos.
Y es que no solo delincuentes sexuales han sido encerrados en el penal de la ciudad y han sido duramente castigados por la justicia, también existen los enfermos que trafican en las redes sociales con imágenes que menores siendo ultrajadas o abusadas por pedófilos que han construido toda una red internacional para transmitir esa clase de material pervertido.
Hasta Chimbote han llegado agentes policiales por encargo de la Interpol que han seguido las huellas informáticas de sujetos que se prestan a ese negociado y han capturado a miserables que ocultaban su actividad en su propio domicilio, involucrando a sus propios familiares que desconocían por completo esta suerte de doble personalidad del intervenido.
Por ello no ha sorprendido que una vez más la Policía haya llegado a nuestra ciudad para echarle el guante a otro desquiciado que formaba parte de una red de tráfico de pornografía infantil, acción que se concretó de manera casi desapercibida.
Ello porque la semana pasada se dio cuenta de un operativo internacional contra una red de pornografía infantil, al cabo del cual la Policía Nacional del Perú y el Ministerio Público capturaron a 33 personas, entre ellas, una con residencia en el distrito de Nuevo Chimbote por integrar un grupo en Whatsapp en el que se compartían y comercializaban registros audiovisuales de niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual.
Los detenidos en nuestro país fueron identificados como miembros de un chat en Whatsapp denominado Little Princess, conformado por un total de 256 usuarios de 30 países en América, Asia, África y Europa. Las investigaciones policiales, iniciadas en enero del 2018 determinaron que 35 líneas telefónicas vinculadas pertenecían al Perú.
En el caso específico de Nuevo Chimbote, que es el que nos preocupa, la Policía allanó la vivienda de José Armando Vergaray Blas y lo detuvo para ser llevado a Lima en forma inmediata. Se le incautó memorias USB y una laptop donde había almacenado material de pornografía infantil.
Todas estas capturas se hicieron en el marco del megaoperativo N° 32 del 2018 y estuvo a cargo de la División de Investigación de Delitos de Alta Tecnología (Divindat) de la Dirección de Investigación Criminal, en el cual se contó con el apoyo de un total de 40 fiscales.
En esta pesquisa la Policía pudo establecer que 17 usuarios eran de Lima y 18 (entre ellos dos menores de edad que fueron retenidos) residían en diferentes regiones. Durante los registros se incautaron 24 equipos celulares, dos laptops, una tablet, un disco duro, cinco memorias USB, una memoria SD y dos memorias externas.
No cabe duda que este ha sido un golpe perfecto a estas mafias que se lucran de la perversión y resulta realmente lamentable que en medio de todos estos movimientos se encuentre un individuo que reside en Chimbote y que desde nuestra ciudad intercambiaba la porquería de imágenes de abusos sexuales de menores de edad.
Seguramente que el sujeto será juzgado y sentenciado en juzgados de la capital de la república, será condenado y deberá cumplir la pena que determina la legislación, empero, lo que deben garantizar las autoridades es que este sujeto no gane nuevamente las calles para dedicarse a lo mismo.
Existen experiencias anteriores de un pedófilo descubierto bajo esta misma modalidad de la captación de señales internacionales a través de las unidades de alta tecnología pero a quien se le dejó en libertad y volvió a ser capturado cuando estaba a punto de ultrajar a una niña de once años y se desconoce si había hecho lo mismo con otras.
Esperemos que la justicia se encargue de esta gente y les imponga el castigo más drástico que determinan las normas, se tiene que terminar con esta repudiable perversión que solo alimenta a los desquiciados que atentan contra los niños.