El grave problema de falta de preparación y de infiltración de potenciales malhechores al interior de la Policía Nacional quedó en evidencia luego que fueran recluidos en el penal de Cambio Puente hasta cinco efectivos que fueron sorprendidos en actos de corrupción, cuando cobraban coimas para dejar sin efecto sanciones a los automovilistas.
Sin embargo, el problema no solo se genera en las maniobras dolosas de los malos Policías que se dedican a cobrar por lo bajo para hacer o dejar de hacer algo en violación o transgresión de sus funciones, es decir, el caso típico de corrupción, sino en otras muestras de descrédito para la institución tutelar, como el caso de los Policías matones o de aquellos borrachos que provocan accidentes y se fugan dejando a muchas víctimas.
Justamente, la semana pasada efectivos de la Comisaría de San Pedro debieron intervenir y detener a uno de sus colegas luego de atender una denuncia de violencia familiar en contra del Sub Oficial Carlos Díaz Sánchez, a quien sorprendieron en estado de ebriedad luego de haber golpeado a su ex conviviente Jacqueline Katherine Verhgaray Hurtado.
Los hechos se registraron en el interior del inmueble de la agraviada, ubicado en el Jirón Abancay Manzana E lote 22 en el P.J “Esperanza Baja” de Chimbote, lugar al que llega la unidad de un patrullero en mérito a una llamada telefónica que daba cuenta de actos de violencia al interior del referido inmueble.
Tanto el agresor como una de las agraviadas fueron conducidos a la Comisaría en donde se verificó que la ex conviviente Jaqueline Katherine Vergaray Hurtado recibió el mayor número de golpes por parte del efectivo policial y por ello tuvo que ser llevada al Hospital La Caleta donde fue atendida por el médico de turno Richard Ramos Pereda quien le diagnosticó contusión en el tórax, quedando internada para descartar fractura.
Lo grave es que el iracundo Policía no solo había agredido a su ex conviviente sino a una amiga con la que se encontraba en ese momento, empero, aquel día no fue la única noticia preocupante en razón que el Poder Judicial decretaba paralelamente la detención preliminar el Sub oficial Gilmer Vásquez Cóndor, causante del atropello y muerte de un joven mototaxista la madrugada del domingo 29 de julio en la avenida Pardo.
En este caso, el efectivo policial es investigado por manejar en estado de ebriedad y atropellar y causar la muerte de un joven mototaxista y dejar gravemente herida a una mujer, sin embargo, lejos de hacer frente a su responsabilidad, el suboficialÂÂÂ Gilmer Vásquez Cóndor ha desaparecido y no se ha presentado ante la Fiscalía que lo ha citado en reiteradas oportunidades para que responda por este accidente, lo que es peor aun, tampoco se ha presentado su abogado y ningún familiar justificando su inasistencia.
Además, desde el jueves 2 de agosto dejó de acudir a la Unidad de Tránsito y ha hecho abandono de destino en la Policía Nacional que se califica como una falta grave y asumimos que ya la institución debe haber decretado su pase al retiro por medida disciplinaria.
Pero este no ha sido el único caso que involucró a un efectivo de la Policía Nacional en esta clase de delitos, por el contrario, también hace poco más de una semana la Primera Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia del Santa confirmó la condena de cinco años de cárcel efectiva a otro miembro policial por ocasionar la muerte de un humilde panadero, a quien atropelló y abandonó en el frontis del Cementerio Divino Maestro, en Chimbote.
Se trata del efectivo del orden Juan Antonio Arroyo De la Cruz (26) quien fue condenado por delitos de homicidio culposo y fuga del lugar de accidente registrado el 4 de mayo de 2015 a las 7:50 horas de la noche, mientras conducía su vehículo a excesiva velocidad, el agente atropelló a un panadero que transitaba por inmediaciones del Cementerio Divino Maestro, quien salió despedido de su pequeña herramienta de trabajo y falleció tras seis días de agonía.
Este efectivo de la Policía también se encuentra prófugo de la justicia, no han sido capaces de hacer frente a sus responsabilidades y reaccionar como lo habría cualquier persona de bien que ha incurrido en una grave falta y debe repararla, con el agravante que son efectivos de la Policía Nacional que se supone han sido preparados para hacer frente a hechos de esta naturaleza y para obligar a las personas a que respondan por sus actos.
Esto quiere decir que si siendo Policías no proceden como determina la ley, que se puede esperar de la labor que cumplen al interior de la institución, esto solo pone de manifiesto la clase de agentes que tiene en sus filas la Policía Nacional.
Por si fuera poco, la semana pasada el sétimo juzgado de investigación preparatoria de la Corte Superior de Justicia del Santa dictó prisión preventiva por 9 meses contra otro efectivo de la Policía Nacional del Perú que utilizó su arma de fuego para amenazar y abusar sexualmente de una joven de 20 años de edad.
Se trata del suboficial de tercera PNP, Eduardo Nicolás Flores Blanquillo (29) quien fue denunciado el 30 de mayo del año 2017 ante la Comisaría 21 de Abril por una joven de 20 años de edad quien lo acusó de haberla violentado sexualmente en el A.H “Santo Dominguito” de Chimbote.
Como ha ocurrido en los casos anteriores, lejos de dar la cara y responder por imputaciones sumamente graves y delicadas como un atentado contra el honor sexual, el agente policial ha preferido mantenerse en la clandestinidad, no solo ha abandonado su puesto sino que se ha convertido en un prófugo más de la justicia por lo que se ha ordenado su inmediata ubicación y captura como si fuera un delincuente más.
La sucesión de hechos delictivos que involucran a efectivos policiales ya no solo en actos de corrupción y en el típico caso de cobro de coimas, sino en actos de violencia contra las mujeres, atentados sexuales y atropellos en estado de ebriedad, ponen nuevamente en el tapete el tema de los desvaríos en las filas de la institución tutelar.
El sistema de selección y de preparación de los efectivos policiales está fallando de manera clamorosa, cada vez acceden a ella gente que no tiene formación personal y formación educativa, ya no se puede diferenciar en algunos casos quien es el bueno o el malo entre un Policía y un delincuente, tanto así que los hechos descritos nos relevan de mayores comentarios. Esperemos que los altos mandos sean conscientes que están de mal en peor en estos casos de malos Policías y que algo tienen que hacer al respecto.