Los peruanos hemos escuchado anteanoche el mensaje a la Nación que ofreció al país el presidente de la república Martin Vizcarra Cornejo, en el mismo que anunció que estaba solicitando al Congreso de la república una cuestión de confianza con la finalidad que no se siga dilatando y desvirtuando la reforma judicial y política que planteó en su mensaje del 28 de Julio pasado.
El Jefe de Estado ha señalado que han transcurrido 40 días desde que se dirigió al Hemiciclo y dejó en manos de la presidencia los cuatro proyectos de ley que ha solicitado se aprueben como parte de esa reforma que todo el país reclama para voltear la página de la escandalosa corrupción que se ha encostrado en nuestras principales instituciones, especialmente de aquella que manejan la administración de justicia.
El presidente se ha referido de esta manera a la actitud desidiosa e impasible de los miembros de la comisión de Constitución y Justicia del Parlamento Nacional cuando se ha tratado de dar trámite a esta reforma, cuando han dejado entrever que no tienen la menor intención de dar paso a los proyectos de ley del ejecutivo.
Por ello es que ha señalado que su intención es apuntalar a los parlamentarios con el único objetivo que esos proyectos de reforma política y judicial sean sometidos a un Referéndum el próximo 08 de diciembre, cuando presumiblemente se lleve a cabo la segunda vuelta electoral de las elecciones regionales y municipales que se desarrollarán en tres semanas.
Ese es el objetivo del Jefe de Estado, presionar y emplazar a un poder del Estado que tiene una fuerza mayoritaria en grupos políticos adversarios que se han mostrado desafiantes y contrarios ante la postura del Jefe de Estado, inclusive, a despecho de lo que las encuestas indican que el presidente tiene el respaldo popular con estas reformas.
Pero lo que no ha dejado de percibirse es el enfrentamiento político que sostiene el gobierno con el fujimorismo que domina el parlamento, las acusaciones de uno y otro lado, las revelaciones de la lideresa fujimorista Keiko Fujimori al dar cuenta de las reuniones que sostuvieron con el entonces primer vicepresidente Martin Vizcarra cuando se debatía la vacancia de su antecesor, dejaron muy mal parado al Jefe de Estado.
Muchos piensan que la cuestión de confianza es producto de esas escaramuzas que se han registrado en las últimas semanas y que han ganado muchos titulares de los medios de comunicación, que han concentrado la atención de la ciudadanía y que han generado serios cuestionamientos de uno y otro lado.
Empero, una cuestión de confianza no se puede utilizar, de ninguna manera, como un arma o instrumento de ataque o defensa del gobierno de turno, se trata de una institución jurídica que está regulada por la constitución Política del Estado y que tiene secuelas que pueden resultar sumamente perniciosas para el país.
Como se sabe el ruido político es uno de los principales insumos de la inestabilidad y nuestro país lo ha padecido desde hace mucho tiempo y por varios períodos, recordemos que primero fue la cuestión de confianza al gabinete Zavala, luego fue la vacancia presidencial, luego el indulto de Alberto Fujimori, le siguió la renuncia del ex Presidente Pedro Pablo Kucyznski, después aparecieron los denominados “Mamani audios” que generó una nueva crisis política, y finalmente aparecen los audios de los “cuellos blancos del Callao”.
Estos escándalos mediáticos le hacen mucho daño a la economía y la marcha del país, lo mejor y lo más prudente es evitarlo, de allí que habría que ponderar si sería conveniente que en este momento el presidente Martin Vizcarra saque a relucir la cuestión de confianza en la medida que ella arrastra figuras jurídicas que le pueden hacer mucho daño a nuestra economía y la necesaria estabilidad que se necesita.
Ello porque la cuestión de confianza que se pretende debatir en el Congreso es la segunda que se plantea en este periodo de gobierno y en el ejercicio de la actual composición del parlamento, no es la primera como han sostenido algunos analistas políticos bajo el pretexto que la primera correspondía al gobierno del ex presidente Kuczynski.
Eso no es verdad, Vizcarra forma parte del mismo gobierno y como tal ha planteado una segunda cuestión de confianza y el riesgo que ello representa es que en caso fuera aprobada y se genera una segunda crisis ministerial que obliga a la renuncia de todos los ministros de estado, la constitución autoriza al Presidente a disolver el congreso nacional y convocar, en el plazo de cuatro meses a nuevas elecciones para renovar este parlamento.
Algunos consideran que este sería el verdadero castigo que se amerita un congreso dominado por una mayoría fujimorista vertical y antidemocrática, una mayoría que pretende manejar el país a través de sus posiciones desafiantes y de radical oposición al gobierno, tanto así que demora adrede el debate de la reforma política y judicial que todo el país exige.
Sin embargo, el daño que esto significaría para el país sería terrible, el mensaje que se le otorga a los inversionistas sería de tal calibre que corre el riesgo la reconstrucción y el avance del país, esta es la parte que tanto el gobierno como el parlamento tienen que advertir y analizar antes de tomar una medida radical.
De la misma manera, no se puede soslayar que la cuestión de confianza que se ha planteado involucra un desequilibrio de poderes, entraña una acción constitucional equivocada por parre del gobierno porque una figura de esta naturaleza no se puede aplicar o utilizar para demandar la aprobación de cuatro proyectos de ley, la cuestión de confianza se ha implementado para que se demande el respaldo de una gestión, de políticas de gobierno mas no para aprobarse una ley, un extremo que podría hacer abortar el planteamiento del Jefe de Estado.
Esto es más evidente si se tiene en cuenta que el Congreso, con sus taras y limitaciones, viene discutiendo la reforma política y judicial, eso forma parte de un proceso que es complicado, no se puede exigir que las cosas se hagan de la noche a la mañana cuando se trata de debatir proyectos de trascendental coyuntura para el país.
De allí que la cuestión de confianza se ha visto impulsada por un afán confrontacional que tiene su derrotero en las encuestas de respaldo de una gestión, de ser así estamos ante un peligroso enfrentamiento que tiene en medio de dos bandos la estabilidad del país. Esperemos que tanto ejecutivo como congresistas piensen en ello mañana que se planteará la cuestión de confianza. Hay que resolver las cosas con la cabeza y no con el hígado.