La semana que pasó comenzaba con rastras de violencia y retomaba un tema delicado como era el de la disputa en el interior del mercado Dos de Mayo y la presencia de presuntos sicarios que son enviados para ultimar a quienes resultan escollos en los objetivos de asesinos en potencia que resuelven sus problemas de esta criminal manera.
Ello porque la tarde del sábado anterior se registró una balacera en el centro de abastos, los medios de comunicación acudieron a la Comisaría del 21 de abril y allí constaba la denuncia formulada por el jefe del servicio de vigilancia del mercado Dos de Mayo, Miguel Carrión Montenegro, quien señalaba que había sido víctima de un ataque armado que estuvo a punto de victimarlo.
En la ocurrencia policial se decía que el agraviado llegaba a su servicio y observó que ingresaban dos motocicletas con desconocidos abordo que fueron acercándose y cuando advirtió que se trataba de una emboscada corrió y se protegió en algunos puestos mientras los sicarios disparaban a discreción.
El vigilante le dijo a la Policía que los sujetos habían realizado hasta ocho disparos pero ninguno le había impactado gracias a su destreza para lanzarse al suelo, rampar y llegar a los puestos en donde se protegió con la mercadería y obligar a los sujetos a darse a la fuga sin que cumplieran su cometido de eliminarlo.
En la misma ocurrencia policial reveló que presume que el móvil de este atentado es el tráfico de puestos al interior del mercado, pues su gestión ha impedido que se aprovechen de los puestos vacíos y señaló los nombres de siete comerciantes que estarían detrás de estas actividades, dejando entrever que ellos serían los que enviaron a los sicarios que habrían intentado eliminarlo y sacarlo del camino.
Aparentemente, los sabuesos de criminalística de la Policía no estuvieron del todo convencidos del relato del agraviado en la medida que los sicarios generalmente no fallan de la manera tan clamorosa como se ha descrito, se trata de homicidas que estudian a su víctima y actúan con tal sangre fría que el objetivo generalmente no advierte su presencia sino cuando ya tiene el arma sobre la nuca.
Y estas sospechas se vieron corroboradas con la inicial inspección técnica que realizaron los peritos en el lugar de los hechos, en donde pasaron varias horas a buscando señas y evidencias que los lleven a los frustrados homicidas y lo que hallaron los dejaría pensando mucho sobre la efectividad del atentado.
Ello porque, de acuerdo a lo que se informó dos días después del ataque, entre los agentes policiales se habían incrementado las dudas sobre este atentado en razón que el registro de huellas y evidencias no permitió hallar un solo casquillo de los proyectiles que habían disparado los sicarios, ello a pesar que el denunciante dijo que habían efectuado hasta ocho disparos que eludió con mucha sapiencia.
Lo más contradictorio que encontraron los Policía es que en el lugar de los hechos se hallaron tres casquillo que al ser analizados se estableció que correspondían al arma del vigilante y en la denuncia que este formulara ante la Comisaría del 21 de Abril no mencionó en modo alguno que haya respondido el ataque.
De allí que han surgido serias dudas respecto a este atentado en la medida que no se hallaron las huellas del mismo y se trataría de enlodar a comerciantes que forman parte del grupo que es contestatario y opositor a la Presidenta del mercado Lidia Paredes, quien en todo momento acompañaba al agraviado.
El vigilante Miguel Carrión ha ratificado su denuncia señalando que existen muchos testigos de ello y que si no se hallaron los casquillos de los delincuentes es porque tienen entendido que una comerciante barrió el lugar después del atentado, algo sumamente curioso no solo porque la Policía llegó a los pocos minutos de este presunto ataque sino porque si eso fuera cierto se habrían eliminado también los casquillos del arma del vigilante, pues de no ser así estaríamos ante un caso de extremada coincidencia.
De la misma manera, si asumimos esta versión no se entendería como es que el vigilante no mencionó en su denuncia inicial que había efectuado disparos para responder el ataque, se tendría que presumir que fue como consecuencia de los nervios del momento pero para un hombre preparado de tal manera que es capaz de eludir u ataque de sicarios difícilmente se puede asumir que estaba tan nervioso como para olvidar que también había efectuado disparos en ese ataque.
Lo cierto es que en el Mercado Dos de Mayo existe una cerrada disputa dirigencial no de ahora sino desde que asesinaron a su primer presidente Omar Castro Zurita, las dirigencias posteriores anduvieron siempre enfrentadas con otros grupos, se acusaron de malos manejos, de usurpaciones, de actos de violencia, robos, etc.
Inclusive, hasta el mes de abril de este año se registró un enfrentamiento con quienes estaban a cargo de la vigilancia y el grupo que encabeza Miguel Carrión pudo asumir el resguardo solo con intervención de la Policía, el Ministerio Público y la Defensoría, lo que nos da una idea de la dimensión que tiene este conflicto interno.
Habría que esperar la culminación de las pesquisas de la Policía pues de primera intención se deja entrever que en este atentado criminal existe “gato encerrado”, hay alguien queÂÂ no está diciendo la verdad y el hecho que existan acusaciones cruzadas entre los presuntos promotores de ataque y los agraviados nos deja un margen para pensar que la denuncia tiene ese sesgo de duda suficiente.
Los enfrentamientos entre dirigencia y comerciantes han llegado al extremo de poner en serio peligro el funcionamiento de este centro de abastos en la medida que no se levantan las observaciones formuladas por la Municipalidad, entendemos que el plazo otorgado hasta el mes de diciembre es definitivo y si las escaramuzas llegan a este nivel será difícil pensar en que puedan cumplir con todos los requerimientos de la autoridad. No sabemos si el atentado contra el jefe de la vigilancia fue una parodia, eso habrá de determinarlo la Policía pero este hecho nos permite confirmar que las disputas internas terminarán perjudicando al mercado. De ello ya nos cabe la menor duda.