Movilizaciones, bloqueo de carreteras y una serie de incidentes caracterizaron el primer paro provincial programado por los gremios sindicales y de la sociedad civil de la vecina provincia de Huarmey contra el gobierno central por el fracaso de la mentada Reconstrucción con Cambios.
La medida se adoptó con la debida antelación y se puso en marcha las primeras horas de la madrugada del pasado miércoles 12 con movilizaciones por las principales calles de la ciudad y el posterior bloqueo de la carretera panamericana Norte, lo que generó serios estragos a los viajeros y los vehículos de carga pesada que se vieron impedidos de circular por varias horas.
Fue cuando contingentes policiales enviados por el Ministerio del Interior a Huarmey, se enfrentaron a los manifestantes y lo hicieron arrojando gases lacrimógenos y enfrentándose a los grupos de pobladores que entendían que la única manera de ser escuchados por el gobierno de Martín Vizcarra es mediante la lucha en las calles.
Los hechos derivaron en acciones de extrema violencia cuando un contingente policial abordó al poblador Héctor Ayala Rodríguez, de 42 años de edad, y le propinó una soberana paliza al extremo que lo dejó en estado inconsciente, ante los reclamos de los manifestantes que aseguraban que el hombre había sido virtualmente masacrado por efectivos policiales sin que exista razón alguna para ello.
Justamente, este ha sido el caso más delicado que se presentó durante la refriega con los manifestantes y los familiares del herido llegaron a revelar a la prensa que Ayala Rodríguez había cometido el error de dirigirse a los responsables del piquete policial que se enfrentaba a una turba para pedirles que no sigan arrojando gases hacia las viviendas en la medida que existía gente que se estaba asfixiando.
Justamente, a decir de la hija del herido, aquel se encontraba descansando con sus familiares y una bomba lacrimógena los despertó, lo que generó la reacción de Héctor Ayala en la medida que su casa viven dos ancianas que se estaban ahogando por el accionar policial de lanzar de manera temeraria estos gases lacrimógenos no solo a los manifestantes sino hacia la zona donde estaban las viviendas.
Sin embargo, lejos de acoger el pedido del poblador, lo que hicieron los Policías es cogerlo y golpearlo de manera cobarde e inmisericorde, eran gasta 6 efectivos que golpeaban al poblador que debió ser virtualmente rescatado de la orgía de violencia que generaban los miembros de las fuerzas especiales de la Policía.
Y, en realidad, lo que recibió Héctor Ayala fue una descomunal golpiza, al extremo que debió ser internado en el hospital regional en donde los médicos lo asistieron con urgencia para hacerle recobrar el conocimiento y disponer un tratamiento a efectos de superar los fuertes golpes recibidos.
Al respecto mientras que el hombre era atendido en el nosocomio, el Jefe de la División Policial Walter Calla Delgado ensayaba una coartada para justificar el incidente, señalando que el Jefe de las fuerzas especiales enviadas a Huarmey indicó que el herido se encontraba con un grupo de personas que trataban de despojar de su arma de reglamento a un efectivo policial razón por la cual debieron reaccionar con energía para los efectos de impedir que se lleven el arma de fuego.
Esta versión ha sido rechazada por el poblador herido, quien ha reiterado que solo se acercó a los responsables del operativo policial para reclamarle por el lanzamiento de bombas lacrimógenas a la zona habitacional, sin embargo, lejos de disculparse o de admitir que corregirían su accionar, lo que hicieron fue aprehenderlo y agarrarlo a puñetes y patadas por todo el cuerpo, sin posibilidad que se defienda porque fueron varios los que lo inhabilitaron para resistir y luego lo golpearon.
Es evidente que la Policía Nacional no puede pasar por alto un hecho de violencia de estas características, somos de los que creemos que ante una manifestación de tipo político son las fuerzas policiales las llamadas a poner orden y entendemos que la mayoría de veces debe echar mano al uso de la violencia porque no existe otra manera de hacer respetar a los demás cuando existe alguna forma de infiltración en la masa.
Sin embargo, hay represiones y represiones, si bien es cierto que la Policía puede alejar a un manifestante haciendo uso de la violencia, lo que no se entiende cómo es que las emprende contra uno de los manifestantes o no pero con extrema violencia, incluso, en un rango de superioridad que debe ser medido porque podrían caer en excesos fatales como una ha ocurrido en otras oportunidades.
Por lo menos esa es la obligación que le compete ahora a la Policía, por lo demás el gobierno no puede pasar por alto la protesta de Huarmey, se trata de una de las provincias más afectadas por el fenómeno de El Niño Costero, muchos deben recordar como algún sector de esta provincia quedó virtualmente bajo lodo y agua por el desborde del rio que pasa por esa provincia y que despertó de pronto con la caída en quebradas de la zona.
Han transcurrido dos años desde este evento de la naturaleza y la verdad es que la reconstrucción con cambios se ha convertido en la peor burla del gobierno de Martin Vizcarra para los pueblos afectados, quienes se sienten engañados de tantos anuncios pero todos ellos de resultados negativos.
Hace solo unos días la Contraloría General de la República ha revelado cifras que son lacerantes y ponen de manifiesto que, una vez más, los programas de reconstrucción han fracasado, que a pesar que se cuenta con partidas presupuestales estos organismos de reconstrucción han caído en manos de una burocracia que no las deja avanzar.
La protesta de Huarmey debe servir de ejemplo para otros pueblos igualmente postergados, muchos ubicados en la provincia del Santa pues la mentada reconstrucción ni siquiera se ha asomado por estas lares al margen de algunos trabajos de descolmatación que, a decir de los entendidos, no es aun satisfactorio. Esperemos que el gobierno acuse recibo de la protesta por su mediocre accionar y no espera una mayor respuesta de la justificada reacción popular inicial registrada en Huarmey.