El año pasado nuestro medio de comunicación calificó como “lo peor del año” el impresionante incremento de casos de agresiones contra las mujeres y niños, y, frente a esta problemática en algún momento interrogó a las autoridades, una de las cuales, un Juez de Familia, dijo que para hacer frente a este flagelo habían incrementado las medidas de protección judicial para las víctimas.
Se trata de apercibimientos que se extiende a los agresores de las mujeres, generalmente ex convivientes o ex parejas que terminan golpeándolas en la medida que pretender retomar la relación ya interrumpida por las cansadas mujeres de las actitudes beligerantes. En estos casos lo que hace la judicatura es dictar medidas de protección para que el agresor se mantenga alejado de la víctima hasta 300 metros de donde se encuentra.
Con ello lo que se busca es evitar no solo las agresiones sino las discusiones y amenazas por parte de los sujetos que acechan a sus ex parejas con ánimo de venganza y de falsos arrepentimientos que, finalmente, terminan en más agresiones.
Sin embargo, ni siquiera estos apremios legales rinden réditos o disminuyen el número de agresiones, por el contrario, todo indica que estos cobardes que se envalentonan con mujeres, le han perdido el respeto hasta la autoridad judicial y violan las restricciones para seguir emprendiéndola a golpes contra ellas.
Sucedió la semana pasada en la urbanización Nicolás Garatea, cuando una mujer de 35 años caminaba a la altura del Paradero del comité de colectivos “N”, cuando fue interceptada por su ex conviviente Julio César Villón Ramos quien volvió a pedirle que regrese con él, pero como la respuesta fue nuevamente negativa, la emprendió a golpes en contra de su víctima.
Villón Ramos la agredió con un cabezazo y con golpes de puños y patadas, dejándola con una fractura y con desviación en la tabique, lo que ocasionó una hemorragia nasal. La víctima tuvo que ser defendida por algunos transeúntes y familiares que advirtieron la agresión y de inmediato se constituyó en la Comisaría de Buenos Aires para presentar su denuncia, inclusive antes de ser atendida de sus graves lesiones.
El sujeto fue detenido por efectivos de la Comisaría de Buenos Aires y luego la justicia determinó su internamiento por 9 meses de prisión preventiva, pero en esencia lo que llama la atención es que teniendo esta mujer una medida de protección por la cual su ex pareja no puede acercarse a ella en un radio de 300 metros, haya hecho caso omiso a la orden judicial y la emprendiera a golpes contra la agraviada.
Esto es lo que ha motivado que la justicia no tenga contemplaciones con este sujeto y dispusiera su internamiento al Penal de Cambio Puente, empero, no ha sido el único caso que en los últimos días se han registrado con las mismas características de desafío a las órdenes de restricción.
En efecto, el último fin de semana Walter Wilfredo Jara Escalante (53) fue intervenido en el interior del domicilio de su expareja Lizeth Araceli Leiva Caro (38) ubicada en la parcela B lote 5 de la urbanización Los Alamos en el distrito de Nuevo Chimbote.
Según la denuncia de la agraviada, al promediar las 3.40 minutos de la madrugada, Walter Wilfredo Jara Escalante irrumpió en su vivienda y la empezó a golpear con puñetes, patadas y bofetadas así como insultos verbales contra su dignidad como mujer.
Lo paradójico y sorprendente ante el accionar matonesco de este sujeto es que Lizeth Araceli Leiva Caro mostró a los efectivos policiales las resoluciones judiciales que ordenan que su agresor Walter Jara Escalante no se le acerque a menos de 300 metros, sin embargo, hizo caso omiso a dicha advertencia y le propinó nuevamente golpes en diversas partes del cuerpo.
Como se advierte no se trata de dos de los muchísimos casos de violencia de género que se registran en los últimos tiempos, se trata de dos hechos en los que se aprecia que el accionar delincuencial pasa por encima de las medidas de protección que dicta la justicia, justamente, para proteger a las féminas.
Esto demuestra que los bravucones ya no se detienen a pesar de las restricciones judiciales, se muestran cada vez mas desafiantes y no les quita el sueño que exista de por medio una restricción para acercarse a su ex pareja, sencillamente lo hacen y no para dialogar o pretender entablar una conversación de fines amigables, por el contrario, violan la restricción para seguir agrediendo a sus ex parejas.
De allí que las autoridades deben ir pensando en avanzar en este tema de la violencia de la mujer, se requiere de otra clase de apremios para detener a estos sujetos, si las restricciones ya de nada sirven habrá que establecer otra medida que resulte mas drástica y ejemplar, una medida que haga meditar a estos maleros que siempre buscan la debilidad de la ley.
No se puede soslayar que la movilización de colectivos, instituciones, gremios y de la población en general se hizo escuchar hace dos años atrás cuando se germinó el movimiento “Ni una menos”, justamente como consecuencia de la irrefrenable ola de violencia, los casos emblemáticos como aquel que protagonizara Arlete Contreras, grabada por cámaras de video cuando era arrastrada de los cabellos por su pareja, quien ha librado increíblemente de la condena por una justicia que se muestra vacilante en este tema.
Desde entonces, en todos los sectores del país se cerraron filas en rechazo y repudio a la violencia contra la mujer, se fortaleció el sistema de denuncias, las propias víctimas fueron perdiendo el miedo para denunciar las agresiones y las medidas restrictivas se sucedieron una tras otras.
Sin embargo, aun cuando parezca contradictorio, lejos de disminuir los casos de agresiones y los maltratos públicos, ellos siguieron registrándose y ahora se aprecia que ya ni siquiera las medidas de restricción los detiene, por ello es imperativo que se evalúe y analice este escenario que pone en serio riesgo y en peligro la integridad y hasta la vida de las mujeres. Los bravucones son capaces de todo, ya nada los detiene, por lo tanto, hay que anticiparse a ellos con las herramientas de la ley.