Han transcurrido ya siete años desde que el Centro Comercial Megaplaza abrió sus puertas y ofreció una nueva oferta favorable para las familias chimbotanas, trajo los moldes de la modernidad con la finalidad de mejorar radicalmente la calidad del servicio y de los productos que se ofrecen al público consumidor, haciéndolos comparables con centros comerciales de Lima como de otras grandes ciudades del país.
La novedad es que implementó en nuestro puerto las tiendas por departamentos, llegaron con ellos las grandes tiendas de Ripley, Saga, Tottus y Sodimac, establecimientos que suelen ofrecer diversidad de productos, campañas de ofertas, facilidades de compras, sistemas de pago, etc, un servicio por los cuales miles de chimbotanos tenían que viajar a otras ciudades para buscarlos.
Lo cierto es que este importante emporio comercial, al cabo de solo unos meses se posicionó en nuestro Puerto y ha sido el centro de reunión de miles de familias que acuden a diario en busca de novedades y de diversión en general en los establecimientos que presentan ofertas de toda clase.
Como es de dominio público, este centro comercial se encuentra ubicado sobre los extensos terrenos que antes era utilizado como campo ferial, a un costado del centro comercial Los Ferroles y frente al mercado la Perla.
Es una propiedad de la Municipalidad Provincial que, el año 2010, durante la gestión de la ex alcaldesa Victoria Espinoza García, fue entregado a la inmobiliaria Panamericana bajo un convenio de cesión en uso y mediante el cual la comuna provincial entrega ese predio de 40 mil metros cuadrados por un plazo de 30 años, lapso en el cual la inmobiliaria podría realizar los proyectos que estime conveniente a cambio de una merced conductiva y el pago de un porcentaje de las actividades comerciales que realice.
Desde un primer momento se puso en tela de juicio este acuerdo en la medida que era pernicioso para los intereses de la ciudad, la merced conductiva se estableció en apenas 30 mil soles mensuales y el porcentaje adicional se cancelería de acuerdo a los informes contables que evacúe la entidad beneficiaria.
Sin embargo, cuando la ex alcaldesa firmó este acuerdo, en las postrimerías de su primera gestión, quien la sucedió en el cargo Luis Arroyo Rojas desconoció dicho acuerdo y advirtió públicamente que no entregaría licencia alguna a este establecimiento bajo esos términos, lo que hizo pensar que el proyecto quedaría trunco.
Empero, tras la reunión de los funcionarios de la Inmobiliaria con el ex alcalde las cosas llegaron a buen puerto, por lo menos para los empresarios que obtuvieron el visto bueno pero las condiciones no variaron, Chimbote quedó enganchado a un contrato de cesión en uso que a lo largo de todos estos años ha quedado reducido a una mínima expresión.
Por ello es que el alcalde Roberto Briceño Franco anunció en una sesión de concejo realizada la semana pasada que demandará la renegociación del contrato suscrito con la empresa propietaria del Megaplaza en la medida que los pagos que realiza son ínfimos.
Y lo hizo a instancias de la negociación que realizaba con la SUNAT por la deuda histórica que tiene la comuna provincial con el ente recaudador del estado, una millonaria deuda que se arrastra desde hace muchas gestiones atrás que lo único que hicieron fue fraccionar permanentemente el capital.
Justamente, esto es lo que se hace a la fecha y resulta que los intereses que paga la Municipalidad por la deuda a la SUNAT son el triple de lo que se recauda el Megaplaza, cuyo monto está embargado por el organismo del estado.
Y es que el pago de la merced conductiva y el porcentaje de las utilidades son ínfimos para la actividades comerciales y el movimiento económico que tiene el centro comercial, los propios promotores de este establecimiento comercial indicaron que el rendimiento económico que tendrían será del orden de los 80 millones de dólares al año, de allí que si las utilidades de este emporio comercial son tan altas no se justifica que pague tan poco por el uso del predio de la comuna.
Como su nombre mismo lo indica, una renegociación depende de la voluntad de dos partes, de tal suerte que existe la posibilidad que los propietarios del megaplaza se resistan a revisar el monto de los pagos y que se incremente los montos de la merced conductiva y del rendimiento comercial que viene cancelando todos estos años.
En ese caso el alcalde y sus funcionarios tendrán que llevar esta controversia a otra instancia, sea una extrajudicial por la vías del arbitraje o por la vía judicial, para demandar ante la justicia que se ordene un incremento en función al beneficio que obtiene este centro comercial y que en cifras reales son realmente considerables.
Sin embargo, no creemos que los propios empresarios del Megaplaza de Chimbote lleguen a este extremo, se trata de personas adultas y profesionales, que son seres pensantes y que entienden que los conflictos nunca llevan a nada bueno, por el contrario, la vía del dialogo ha sido y será siendo siempre la más efectiva.
Por ello es que la comunidad chimbotana ha recibido con beneplácito la decisión de la gestión edil de solicitar una renegociación al contrato de cesión del predio al centro comercial Megaplaza, existe la necesidad que se sinceren los costos teniendo en cuenta que el arrendamiento comercial se ha incrementado ostensiblemente en los últimos años y que las condiciones establecidas con el Megaplaza pasan por un rendimiento comercial que siendo tan productivo no se manifiesta en las cuentas y balances que dan lugar al cálculo del pago que se hade a la Municipalidad.
Esperemos que estas tratativas lleguen a buen puerto, hay que tener en cuenta que el Megaplaza de Chimbote no solo ha sido una buena alternativa de diversión y recreación de las familias chimbotanas, sino además una fuente de trabajo para cientos de personas que laboran en los diferentes locales que allí funcionan, consecuentemente, se espera que las partes lleguen a un buen acuerdo y entiendan que, a estas alturas, es imprescindible hacer reajustes a un convenio que ha quedado desfasado.