CUADRE
Tal parece que las diferencias entre el alcalde provincial Roberto Briceño Franco y la gerente de Desarrollo Social Marleny de la Cruz ya quedaron en el pasado. Aun está fresco cl recuerdo de aquella conferencia de prensa en la que el alcalde Briceño le otorga un ultimátum a la mencionada Marleny de la Cruz, para que concluya el proceso de compra de alimentos y lácteos destinados al programa del vaso de Leche, el burgomaestre estaba furioso en aquella oportunidad porque el caso no se cerraba y pasaban los días sin que los almacenes cuenten con existencias para los programas sociales, por ello es que se vio precisado a tener que demandar más celeridad aun cuando eso implique tener que ajustar a una persona de su más estrecho entorno. El público emplazamiento del alcalde habría generado la natural incomodidad de la funcionaria que cree que conversando entre personas civilizadas se pueden salvar las diferencias, incluso, como estas divergencias que no eran muchas. La propia Marleny de la Cruz terminó como la serie de televisión conocida como “Salvada por la campana”, pues apenas 48 horas después del emplazamiento que recibió ya estaba entregando los resultados de la adjudicación para la compra de los insumos. Según se afirma en los corrillos municipales, la gerente de desarrollo social había echado algunas lágrimas por la forma como la estaban sacando al fresco cuando el proceso licitador llegó a su final y lo entregó al despacho de alcaldía. Tal parece que las diferencias ya se salvaron pues ante la desgracia registrada en la parte alta del barrio San Pedro, en donde una decena de viviendas fueron consumidas por un incendio, se vio llegar al alcalde Roberto Briceño acompañado nada menos que de la gerente Marleny de la Cruz, estaban allí juntos nuevamente, lo que nos deja la sensación que las diferencias se han salvado, que dieron vuelta a la página y ello es importante para el bienestar de la ciudad.
Para nadie es un secreto que el sistema de alcantarillado de Chimbote ha colapsado, en muchas sectores de la ciudad se demanda los proyectos de saneamiento en la medida que los atoros son constantes y ello porque el sistema de alcantarillado tiene muchos años. Sin embargo, tal parece que la reacción de las autoridades no puede hacer frente a esta dramática realidad, por ello es que en apenas dos semanas se ha visto dos enormes inundaciones de aguas servidas que, en algún momento, hizo recordar a lo ocurrido en San Juan de Lurigancho, en lima. Las fotografías publicadas en nuestro diario fueron elocuentes al mostrar el aniego registrado en la Florida y en donde la vista capta el aniego y sobre su superficie se dibuja las viviendas que han sido invadidas. Al aniego en La Florida le sucedió otro registrado en la Urbanización “Nicolás Garatea”, tanto o más espectacular que el primero, los cuales ponen de manifiesto y alertan a la empresa de saneamiento el peligro que representan las redes obsoletas que existen en nuestra ciudad. Mucho cuidado que esta clase de aniegos genera perjuicios a la población no solo materiales en la medida que perjudica los muebles y bienes de las viviendas, sino que pone en peligro la salud de las personas que se contagian con alergias y enfermedades a la piel. Mucho cuidado con eso.
CHATARREROS
Las autoridades deben poner mano fuerte con los negocios que se dedican a la compra y venta de chatarra y productos reciclables, muchos de los cuales se recuperan de la basura y por ello sus establecimientos parecen lugares fétidos y focos infecciosos. Hace solo unas semanas la Municipalidad de Nuevo Chimbote debió intervenir un negocio de estos luego que los vecinos denunciaran que los propietarios habían adquirido latas de fierro de aceite y las arrojaron a la vía pública, frente al Colegio “Cesar Vallejo” del P.J. Primero de Mayo, obstruyendo el tránsito vehicular no solo porque ocupan la vía publica sino porque los restos de aceite estaban regados en la calzada y generaban una perniciosa contaminación. Luego fueron vecinos de La Florida quienes denunciaron que entre los jirones Drenaje y Cajamarca, otro propietario de estas chatarrerías usaba la vía pública para almacenar los restos de chatarra que adquiría, entre ellos una carreta oxidada y obsoleta que interrumpía la vía pública. El factor común es que esta gente suele hacer lo que se le viene en gana, de allí que no hay que esperar que los vecinos tengan que estar llamando al Municipio, sino que las áreas competentes de los entes municipales deben realizar permanente operativos para impedir que invadan las calles y que cumplan con las licencias y autorizaciones para funcionar.