Siempre dijimos en este medio de comunicación que la sentencia dictada por el Juzgado Penal Colegiado en el caso del doble crimen de Nepeña, en el cual asesinaron cruelmente al alcalde de Samanco Francisco Ariza Espinoza y al abogado Henry Aldea Correa, era una condena coja, algo no encajaba en ella a pesar que se trataba de un documento que impone penas drásticas y contundentes contra los autores materiales e intelectuales.
Ello porque desde un primer momento no vacilamos en concluir que los ex regidores del Municipio de Samanco encarcelados por estos hechos tenían pleno cocimiento de la criminal conspiración que habían promovido el ex alcalde Jaime Casana con el asesor de su campaña Carlos Bazán Castro y fue esa la razón por la que expusimos nuestra convicción que la instancia superior debería revisar ese extremo.
Nuestra cercana amistad en esta casa periodística con el joven abogado Henry Aldea Correa nos mantuvo siempre expectantes en este proceso penal y nos llevó a mantener la esperanza que los malditos asesinos que acabaron con su vida de manera brutal y cobarde, tenían que pagar con todo el peso de la ley, de allí que, cuando escuchamos el fallo final en diciembre pasado, nos dejó una sensación de desaliento porque entendíamos que no se estaba sancionando a todos.
Por ello es que no nos sorprende que la Primera Sala Penal que ha revisado el recurso de apelación del Ministerio Público, haya revocado en parte este fallo condenatorio y haya dispuesto que se realice un nuevo juicio para todos los procesados por el delito que fue archivado por el Juzgado de primera instancia.
Nos explicamos, la Sala Superior ha considerado que este doble crimen es consecuencia de una maquinación entre todos los investigados, no solo es un atentado perpetrado por los autores intelectuales y materiales, sino que concurren a este execrable homicidio también los ex regidores en la medida que existe una asociación criminal en la que cada cual cumplía sus roles.
Por ello es que los magistrados superiores han confirmado el fallo condenatorio contra los autores materiales e intelectuales por delito de Sicariato, ratificando penas de cadena perpetua y de 20 y 25 años de carcelería, pero dispone que a estos mismos sentenciados se les someta a juicio oral también por el delito de asociación ilícita para delinquir.
De la misma manera, ha establecido que los regidores de Samanco también deben ser enjuiciados tanto por delito de Asociación Ilícita para delinquir como por sicariato y por el primer delito incluye nuevamente al abogado Juan Bazán Cribillero, cuya conducta se ensambla como un rompecabezas en este maquiavélico plan.
El análisis que realizan los integrantes del colegiado superior tiene mucho sentido jurídico y responde a un esquema que muchos advertimos en su debido momento pero que, extrañamente, no se consideró en las pesquisas de la primera instancia judicial y es que no era posible pensar que los asesinos no hayan contado con la participación de gente del interior del mismo Municipio para conseguir su objetivo.
La figura es clara y categórica. Para que el ex alcalde Jaime Casana y Carlos Bazán pudieran concretar sus planes no solo necesitaban de un grupo de maleantes y asesinos a sueldo que pudieran resolver el problema, era indispensable que otros hagan por ellos dentro del Municipio lo que no estaban en condición es de poder manejar.
Por ello es que una de las primeras fases de esta solapada maniobra delincuencial consideraba los actos de hostigamiento y persecución a Francisco Ariza a través de pedidos de vacancia, rechazos constantes a los acuerdos de concejo y las denuncias penales que envolvieron al malogrado alcalde y su abogado, pasos que los ex concejales cumplieron al pie de la letra.
Lamentablemente, los magistrados de primera instancia no consideraron algo que siempre dijimos, que cuando fueron asesinados el asesinado alcalde y su abogado retornaban de la Fiscalía de Nepeña a la cual habían acudido a una diligencia que se ordenó en mérito de la denuncia promovida por los ex regidores, inclusive, existen pruebas que aquellos se encontraban en el Ministerio Público cuando los agraviados tomaron camino de retorno a Samanco y fácilmente pudieron ser ellos quienes dieron aviso para que los sicarios los esperen a la altura de Huacatambo.
Esa es una primera etapa de su presunta intervención, la otra se advierte cuando se concreta el crimen y ellos asumen el mando de la Municipalidad de Samanco y se ponen al servicio de Jaime Casana y Carlos Bazán, designan al personal que ellos requerían y entre ellos a la propia hermana del sicario conocido como Marcos Vásquez Julca (a) Chileno.
De allí que el desempeño de los ex regidores encaja perfectamente en el plan que vislumbraron los que maquinaron este doble crimen, puede ser que ellos no tuvieran pleno conocimiento del objetivo final pero a sabiendas que existía una conspiración contra el alcalde y las ambiciones por retirarlo del cargo, era evidente que formaban parte de un siniestro complot parta sacarlo, incluso, a costa de su vida.
Aun cuando la Sala es vertical respecto a sus conclusiones y las razones por las cuales ordena un nuevo juicio, la responsabilidad penal de cada uno de los ex regidores se dilucidará en el contradictorio que se convoque en el curso de las próximas semanas, por lo pronto ya son conscientes que deberán volver al banquillo de los acusados, aun cuando en esta oportunidad lo harán en libertad en la medida que ya venció para todos ellos el plazo de prisión que se había dictado durante la investigación.
Hay otro extremo que deberá rectificarse y es el relacionado con la disminución de la pena que había determinado el Juzgado Colegiado con respecto a Jaime Casana y otros dos sicarios juveniles por responsabilidad restringida, pues la Sala ha observado que este mecanismo no opera en los delitos de sicariato, por lo que deberá ser revisado.
En líneas generales, la sentencia de vista de la Primera Sala Penal es impecable, ha desnudado las falencias de un fallo que, sin ser deficiente, había dejado muchos temas pendientes de corregirse y todo indica que se procederá de esta manera. Bien por la justicia y por el merecido castigo que merecen aquellos que sembraron de muerte y dolor nuestra ciudad con un doble crimen despiadado.