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TESTIGO DE PARTO

El Chino” Eduardo Pérez Ruiz:

• Hace 33 años participó en el nacimiento del Diario de Chimbote.

• “Me siento orgulloso de haber trabajado 30 años en este medio”, afirma.

chino

Eduardo “El Chino” Pérez, en los inicios del Diario de Chimbote.

Arriba en la tranquilidad de su hogar.

Entre muchas otras apreciaciones, se puede decir que el “Chino” Eduardo Pérez Ruiz fue uno de los que encendieron la mecha del Diario de Chimbote. Dos meses antes de su lanzamiento aquel 6 de octubre de 1986, fue él quien se encargó de organizar y dirigir esa especie de quirófano por el que tiene que pasar todo periódico: la sala de montaje o armado. Inicialmente, ésta funcionó en un pequeño ambiente del local alquilado en la primera cuadra del jirón Elías Aguirre, donde vio la luz el Diario de Chimbote.

Sin importar detalles de espacio y comodidad, la sala de montaje que puso en marcha y dirigió el “Chino” Pérez era en aquellos años una suerte de laboratorio de alquimia.

Ahí, cual moderno alquimista, el “Chino” Pérez realizaba su trabajo cuidando de no tropezar con el equipo de fotomecánica y dos enormes mesas de montaje. A su alrededor abundaban los rollos de película, frascos de ácido para revelado, reglas de metal, tijeras, cintas adhesivas y un verdadero enjambre de utensilios complementarios.

Dos meses antes, a mediados de agosto del 86, el “Chino” entregó a don Willy Peláez una larga lista de todos estos equipos, implementos y materiales que debió adquirirlos en Lima. Para eso también le dio el nombre de las imprentas y de algunos amigos con los que debía contactarse previamente.

PRUEBA DE FUEGO

A mediados de septiembre lo primero que llegó fue el equipo de fotomecánica, una verdadera novedad. Se trataba de un armatoste con la apariencia de una antigua y gigantesca cámara fotográfica cuyo fuelle debía accionarse con manivela. La fotomecánica se encargaba de convertir en película los textos y fotografías que luego se pegoteaban en las mesas de montaje.

“A pesar de toda la experiencia que creía tener en estos menesteres, la noche del 5 de octubre fue para mí una verdadera prueba de fuego. La primera edición del diario estuvo a punto de postergarse, pues a la hora de la verdad algunas cosas no funcionaron como se esperaba. Pero esa misma noche don Willy también puso a prueba toda su experiencia y sobre todo la tenacidad que siempre demostró en su vida. Solo así, el Diario de Chimbote salió a la circulación a las 6 de la mañana aquel 6 de octubre de 1986”, recuerda el “Chino”.

Bueno Chino, qué tal si ahora hablamos de ti, me refiero a tus orígenes.

Nací en Chilca, pero a los 10 años mis padres me trajeron a Trujillo. Ahí terminé la secundaria y luego ingresé a la Universidad Nacional de Trujillo donde estudié la carrera de profesor de biología.

¿Cómo nace tu afición por las artes gráficas?

Desde niño me gustó el dibujo y como comprenderás entre el dibujo y los artes gráficos existe una gran afinidad. A comienzos de 1966, mientras todavía estudiaba en la universidad, ingresé a trabajar en el diario “La Gaceta”, propiedad de la familia Ortiz de Zevallos. Era un diario tamaño tabloide que se armaba íntegramente en plomo: los textos en linotipo, los titulares en tipos de madera y las fotografías en clisé. Precisamente mi trabajo consistía en procesar los clisés, que eran placas de zinc donde las fotografías eran grabadas en alto y bajo relieve.

Ahí en “La Gaceta” conocí a Oscar Castañeda Arrazcue, “Peluca”, quien trabajó con don Willy Peláez en el diario La Prensa y también a Carlos Castro Cruzado, actual director de “La República”.

¿Cómo fue te asimilaste al sistema offset?

En octubre de 1966, ingreso a trabajar al diario “La Industria”, el primer periódico peruano impreso en sistema offset. Su propietario, don Vicente Cerro Cebrián, había sido embajador del Perú en Uruguay, donde este sistema ya era bastante conocido. El offset superaba largamente en calidad al sistema en plomo, asi que el linotipo, los tipos movibles y los clisés pasaron a la historia. En “La Industria” trabajé procesando películas y luego en el armado de las páginas.

¿Y cómo fue que llegaste a Chimbote?

Fue en 1971, después de obtener el título de profesor; había obtenido una plaza de docente en el colegio nacional San Pedro. Como recordarás, en 1975 nos conocimos en el diario ”El Trabajador” que publicó Ordenorcentro. Fue también por esa época cuando conocí a don Willy Peláez. Él tenía a su cargo la redacción del semanario “Sidernoticias” de Siderperpú, y yo trabajaba por las noches en la imprenta del señor Caamaño donde se imprimía el semanario. Mi llegada al Diario de Chimbote tú la propiciaste y la conoces mejor que nadie.

¿Cuántos años has laborado en el Diario?

Si no me equivoco he laborado un total de treinta años, en tres temporadas de diez años cada una. Fue aquí, donde pasamos de la fotomecánica a la composición digital.

Chino, tú has vivido las tres etapas históricas del arte gráfico: plomo, fotomecánica y ahora digital ¿con cuál de las tres te quedas?.

Me quedo con la fotomecánica. Es un sistema más auténtico, pues te exige creatividad y destreza. Ahí el diseño lo haces tú, no la computadora.

Quiere decir que el diseño digital carece de autenticidad.

En el diseño digital tú puedes perfeccionar una fotografía, pero también distorsionarla. Es un diseño susceptible de ser maquillado. La fotográfica en cambio es un fiel reflejo de la realidad. Para mí, la mejor época del arte gráfico fue la fotografía. Ahora ya no hace falta que sean un buen artefinalista, basta con que seas un buen digitalista.

Desde tus cuarteles de invierno, ¿cómo ves ahora al Diario de Chimbote?

Siempre lo he visto y lo seguiré viendo como una obra humana. Don Willy tiene el mérito innegable de haber fundado y consolidado el diario en situaciones incluso adversas. Por lo demás, el diario es un medio producido y fabricado íntegramente en Chimbote. Su nombre lo dice todo, es el Diario de Chimbote. Mantenerse treintaitrés años en ese sitial es un mérito que nadie puede.