Editorial

EDITORIAL: ::: UN OBJETIVO DIFÍCIL :::

Ayer sábado comenzó a regir el nuevo régimen de circulación y tránsito de personas en el país dentro del estado de emergencia sanitaria que vive el país como consecuencia del coronavirus que ya viene afectando y matando a muchas personas.

Ello como consecuencia del dispositivo que dictó en la víspera el gobierno para dejar de lado el sistema de transito por género, es decir, autorizar la salida de hombres y mujeres de sus casas en función a tres días de cada semana, lo que habría motivado serios desfases en algunos sectores, como los mercados.

Por ello el gobierno ha decidido que la salida de las personas de sus viviendas se realice todos los días pero en función a un solo miembro por núcleo familiar y solo para los actos que están debidamente autorizados, es decir, para ir de compras a la bodega, el mercado o los centros de abastos, para acudir a la farmacia a comprar medicinas o para acudir a los hospitales por atención médica de urgencia y cobrar en un banco,

Es decir que solo para estos casos se ha autorizado la salida de un solo miembro del núcleo familiar por día, manteniéndose el régimen de inmovilización total las 24 horas los días domingos.

Sin embargo, la pregunta que muchos nos hacemos es ¿Cómo se puede controlar la salida de este único miembro de un núcleo familiar a la actividades autorizadas por el gobierno? ¿Acaso no es posible que el esposo salga con la excusa de irse al banco y la mujer al mercado? ¿Acaso no cabe la posibilidad que alguno de los hijos se le ocurra ir a comprar a la farmacia cuando en realidad se va a otro lugar?

Claro que esto es posible y no existe manera para controlar este desbande que se puede originar por la irresponsabilidad de las personas, por la conocida tendencia de la gente a salir del aislamiento y no respetar las medidas de prevención.

Justamente, la vigencia y la sostenibilidad de esta medida dictada por el gobierno se sustenta en la responsabilidad de cada peruano, en el compromiso que tenemos los ciudadanos para sacar adelante este proceso de cuarentena respetando las reglas del juego y sin sacarle la vuelta a las directivas que están dirigidas a desvirtuar la propagación del virus en momentos que se advierte su máximo punto de dispersión en todo el país.

Hay aquí un deber de todos los ciudadanos por respaldar la labor de las autoridades en el control de la enfermedad, si le sacamos la vuelta a la normatividad de la restricción peatonal lo único que estaremos consiguiendo es destruir el esquema que se ha establecido para detener el avance del coronavirus, lo único que estaremos consiguiendo es esparcir el virus y exponer la vida de cada uno de nosotros y la vida de los demás.

Esto es algo que los peruanos tienen que meterse en la cabeza, tienen que saber que el slogan que ha enarbolado el gobierno y las entidades de salud y que dice “#Quédate en casa”, significa que no tenemos que salir de nuestras viviendas sino para lo que es estrictamente necesario, para las actividades autorizadas, para el suministro de nuestros alimentos, para la adquisición de medicamentos o para cobrar un dinero que nos permitirá sostener esta emergencia.

Lamentablemente, hay muchos que encuentran en esta clase de medidas una pequeña ventana por la cual pueden salir de sus viviendas a desarrollar otras actividades. Para reunirse con amigos, para irse a jugar fulbito, para organizar fiestas, en fin, porque se les da la gana de salir sin medir las consecuencias de estas actitudes.

Por ejemplo, ayer sábado que ya no ha regido la restricción de la salida de los hombres, desde una ventana pudimos ver como un hombre de avanzada edad, de unos 68 años, solicitaba los servicios de una mototaxi. No llevaba mascarilla ni guantes y estaba abordando un vehículo menor que presta servicio público y como tal traslada a toda clase de personas, inclusive, a quienes pueden ser portadores del virus en estado asintomático, es decir, sin saber que lo llevan adentro y que pueden contagiar a otros.

Esa mototaxi puede tener el virus en el asiento, en los pasamanos en los que nos impulsamos para subir, en el piso, en sus fierros interiores, es un vehículo de contagio y esa persona que no lleva guantes ni mascarilla está expuesta a contraer el mal, es una persona de edad y no solo expone su vida sino que expone la vida de los demás con los cuales tomará contacto de alguna manera o dejará el virus en los objetos que alcance.

Esta es una cadena interminable que solo con la responsabilidad de cada uno se puede detener, de allí que la disposición gubernamental no sirve si es que seguimos viendo todos los días en los noticieros a los irresponsables que salen a la calle porque sencillamente les dio la gana de hacerlo, y, peor aun cuando lo hacen sin protección ni medidas de prevención como la persona que pudimos ver ayer.

Si es que a muchos no convencen las palabras del presidente de la república, si es que a muchos tampoco convencen las exhortaciones de los médicos y de los medios de comunicación, si a que a muchos no convence los constantes mensajes relacionados con esta pandemia del COVID 19, entonces que apelen al sentido común, que hagan un momento de análisis y reflexión y lleguen a la conclusión que solo con su participación se puede derrotar o, por lo menos, desvirtuar, a este virus asesino.

Controlar el tránsito de las personas en las calles es un objetivo difícil, es una tarea ardua con la que habrán de librar diariamente las autoridades de la Policía y el ejército con el consiguiente peligro que ellos también se contagien. Estamos iniciando la quinta semana de aislamiento social obligatorio, ya es momento que los peruanos entiendan que enfrentar al COVID 19 es una tarea que parte de uno mismo.