Como consecuencia del aislamiento social, la delincuencia en general se mantuvo en el confinamiento y las estadísticas señalaban, para fortunio de la población, que los indicadores de delitos habían descendido a su máxima expresión.
La tasa delincuencial tenía que estar, obviamente, en cero debido a la cuarentena en la que se mantenía en sus viviendas, empero, en la medida que las actividades se fueron reanudando paulatinamente, los delincuentes también dejaron de descansar.
Poco a poco la prensa nos ha traído el relato de hechos delictivos que se fueron pronunciando en la medida que la población se soltaba de un aislamiento que era obligatorio pero que a un sector de irresponsables les incomodaba, consecuentemente, fueron ellos los primeros en ser víctimas de los maleantes.
Ahora que el país ha ingresado a una fase 3 de la reactivación del aparato productivo y en la medida que muchos establecimientos comerciales y empresas han comenzado a operar, los delitos se fueron incrementando hasta hoy que la audacia delincuencial se muestra dispuesta a todo, incluso, al margen de la pandemia del covid 19.
Pero así como la delincuencia se fue reactivando, la lucha contra este flagelo también ha tomado cuerpo, la Policía Nacional que en los primeros meses de la emergencia nacional estuvo dedicada a controlar la prohibición de tránsito en las calles, ahora viene haciendo frente a la actividad de las bandas organizadas, mientras que la administración de justicia no dejó de atender los requerimientos urgentes de prisiones y libertades, empero, hoy por hoy ya comenzó a retomar los juicios pendientes.
Uno de ellos acaba de concluir con la sentencia firme y categórica del Juzgado Penal Colegiado Supraprovincial de la Corte Superior de Justicia de Áncash que ha condenado a cadena perpetua a un sujeto que violó a una niña de 10 años en el distrito de Huayllabamba (Sihuas) en mayo de 2019.
Se trata de Elder Bacilio Joel Ponte de la Cruz, quien pasará el resto de su vida en la cárcel luego de ser hallado culpable del delito Contra la Libertad Sexual, en la modalidad de Violación Sexual de una menor de edad que era nada menos que la hija de su conviviente.
Estos execrables sucesos ocurrieron el 28 de mayo de 2019, en el distrito de Huayllabamba (Sihuas), cuando la madre de la agraviada salió a una reunión del ‘Programa Juntos’, dejándola en casa junto a sus tres hermanos y su padrastro Elder Bacilio Joel Ponte de la Cruz, quien era vigilante en un colegio de la zona.
En circunstancias en que los menores jugaban fuera de la vivienda, la víctima, en ese entonces de 10 años de edad, entró en el domicilio para sacar sus cuadernos y hacer sus tareas escolares, lo que fue aprovechado por su agresor para interceptarla y abusar sexualmente de ella.
Pero ¿que tiene este relato de dramático novedoso, que hecho sorpresivo o anecdótico nos deja un caso de perversión como los muchísimos que se han difundido a lo largo del año que pasó?
Pues nada, por el contrario, si han seguido la secuencia de este hecho policiaco muchos habrán confirmado que se trata del molde de uno de los muchísimos ataques perversos por parte de sujetos enfermos que no tienen otros ojos que para las niñas o niños.
Es el mismo sesgo que ya todos conocemos, el degenerado que se queda en casa a solas con la hija de su conviviente, ésta última que tiene que salir a trabajar para “parar la olla” de la casa, el desprecio por la honra sexual de una niña, son ingredientes harto conocidos en los atentados contra el honor sexual.
Y es que el caso de Elder Bacilio Ponte de la Cruz es uno de los muchos que la justicia del Santa ya ha dilucidado enviando al presidio de por vida a los responsables, no les ha temblado la mano a los jueces locales para apelar a la máxima pena de nuestra legislación y han enviado de por vida a los responsables.
Después de la pandemia vamos retornando a nuestra realidad, esa que ahora nos recuerda que somos una de las regiones en donde se comenten esta clase de estupros que solo ameritan una sentencia de cadena perpetua. Es satisfactorio comprobar que así como la delincuencia es la misma, la justicia no ha reculado en el momento de aplicar las máximas condenas.