OPERATIVOS
Parece increíble como la Policía Nacional y el Ministerio Público no dejan de intervenir en viviendas particulares, recreos y hasta en la vía púbica a personas que infringen las normas sanitarias, especialmente las relacionadas con el uso de mascarillas y la prohibición del derecho de reunión. Tal como lo vemos en la televisión, en nuestra provincia ocurren casos similares y una de las jurisdicciones en donde se ha apretado a los faltosos es el distrito de Nepeña, en donde la coordinación entre la Municipalidad Distrital, que dirige Pedro Carranza López, con la Gobernación y la Policía es perfecta. Desde los primeros días que se dictó el decreto supremo que no solo prohíbe las reuniones familiares, sino que estableció la inmovilización social obligatoria dominical, se han emprendido una serie de operativos que les ha permitido sorprender a muchas personas haciendo caso omiso a las recomendaciones más elementales de esta pandemia. El último domingo, por ejemplo, se interrumpió una fiesta en la cual los miembros de la casa y amigos celebraban nada menos que el cumpleaños de un menor de edad. Nos preguntamos ¿Qué ejemplo dejan estos padres de familia a sus menores hijos cuando se zurran en las normas legales y los exponen a un contagio masivo? ¿Acaso viven en otro mundo que no saben que uno de los nuevos focos infecciosos de esta enfermedad son las reuniones familiares? ¿Qué parte no han entendido del mensaje que entregan los especialistas en este avance del estudio de este virus que muestra variaciones o mutaciones que obligan a las autoridades a modificar permanentemente las recomendaciones? Basta ver la secuela de personajes y autoridades que han dejado este mundo o que se encuentran bastante delicados para comprender que el cuidado debe ser estricto y corre por cuenta de cada quien pero que son sancionados porque esa actitud necia e indiferente expone a muchas personas más. Nuestras congratulaciones al alcalde Pedro Carranza, el jefe policial de Nepeña y el subprefecto Emerson Pacheco por hacer respetar el derecho de la mayoría a prevenir este mal y no promover su expansión.
HUMAREDA
El último domingo, nuevamente una enorme humareda invadió varios centros poblados de Nuevo Chimbote y generó una terrible contaminación en gran parte de la ciudad. Es el mismo problema de siempre, desconocidos encienden la maleza y los totorales ubicados en la parte posterior de Villa María y se genera una humareda insoportable y perniciosa. Sin embargo, pese a que en diversas oportunidades se ha demandado la intervención de las autoridades para que se ponga coto a esta actividad o se proteja de alguna manera la zona para impedir que ingresen desconocidos y promuevan esta clase de incendios. Los más afectados son los vecinos que residen en Domus, Las Brisas y todos los aledaños en Nuevo Chimbote, es más la humareda es tan impresionante que llega a los otros extremos de la ciudad afectando igualmente a muchos moradores de otros tantos pueblos jóvenes y asentamientos. Si bien es cierto es complicado poder controlar una zona tan alejada y extensa, algo se tiene que hacer al respecto, no podemos permitir que el medio ambiente se vea perjudicado de esta manera y que miles de vecinos tengan que ahogarse e impregnarse con estos densos humos.
BORRACHO
Muchas veces nos quejamos que las empresas de servicios no atienden los llamados de manera oportuna, no solo llegan tarde, sino que muchas veces no llegan porque no responden. Pues hace solo dos días se informó que uno de los operadores de la radio de emergencia de la empresa Sedachimbote, es decir, de aquellos que recepcionan las llamadas, llegó en total estado de ebriedad a trabajar y fue impedido de ingresar por los vigilantes. Este sujeto pretendía filtrarse hasta su puesto de trabajo y quedarse dormido frente al teléfono, por ello seguimos mal en este aspecto, de allí que la empresa debe ser drástica al momento de sancionar porque no solo se trata de una falta laboral en su centro de trabajo sino una traición al derecho de los usuarios a ser atendidos convenientemente y en el momento oportuno. Basta de esta clase de ligerezas que en la administración pública suele pasarse por alto.