Editorial

::: RABO DE PAJA :::

Los trabajadores estables de la UGEL Santa protagonizaron una peculiar protesta la semana pasada cuando salieron al frontis de su centro de trabajo y organizaron un plantón en demanda de los pagos de incentivos que consideran que se encuentran pendientes.

En buen castellano, lo que estaban reclamando los servidores era el pago del tristemente célebre Bono de productividad o plush, como se le denomina al incentivo establecido en medio de un régimen de corrupción, como aquel del ex presidente regional César Álvarez Aguilar y que, presuntamente, premiaba el esfuerzo del trabajador y buen rendimiento que genere frutos a la institución.

En realidad, fue una bonificación ilegal y sin sustento presupuestario que, a pesar de todo, en algunas dependencias administrativas del sector educativo las hicieron efectivas y mediante cálculos que nadie sabe de donde salieron, sin embargo, establecieron un derroche que se traducía en el pago entre 4 mil a 7 mil soles mensuales por cada trabajador, al margen del salario que percibía.

La cómplice anuencia de algunas autoridades tuvo un límite y cuando se denunció este pago ilegal ante la contraloría, pues el organismo de control ordenó la suspensión del mismo, incluso, se promovieron denuncias penales ante el Ministerio Público que, como podría suponerse, cayeron en saco roto como todas las acciones penales que tienen como agraviado al estado.

Sin embargo, como “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, este mecanismo quedó al descubierto hace solo unos meses y derivó en medidas firmes y rigurosas mediante la cuales no solo se cerró el caño de la ilegalidad sino que se realizó una exhaustiva pesquisa a efectos de establecer cómo es que operó esta suerte de organización delictiva al interior de las dependencias educativas.

Esto no tiene nada de extraño cuando en los primeros meses de la emergencia nacional, es decir, durante la pandemia, se tomó conocimiento que funcionarios de la UGEL Santa decidieron pasar por encima de la orden prohibitiva de la directora de la identidad, así como de los controles del Ministerio de economía y financias, y dispusieron el pago de este bono por los meses de marzo, abril y mayo.

Esto ya colmó la paciencia de tirios y troyanos en la medida que todos saben que esos meses se cumplió un aislamiento social total, los trabajadores no acudieron a sus centros de labores pero, a pesar de ello, en la UGEL tuvieron la osadía de cobrar por “productividad” cuando no habían laborado.

Paralelamente, se conocía que el Tribunal Constitucional ya había declarado Improcedente el pago de esta bonificación al desestimar el recurso de casación planteado por una servidora estable de la UGEL contra las sentencias que desestimaron el pago de este bono de productividad, en otras palabras, los trabajadores ya sabían de la inefectividad de este incentivo, empero, de todas maneras tuvieron el desparpajo de hacer un plantón.

Lo que es más grave aún, cuando los periodistas interrogaron a sus representantes alegaron que ellos ganan sueldos muy bajos y que el incentivo era de solo 400 soles, lo cual ha resultado un verdadero “boomerang”, pues se ha revelado que un informe de la contraloría ha detectado que cobraban entre 4 y 6 mil soles mensuales.

Cuando no tienes un pasado limpio y transparente, cuando no tienes los méritos suficientes para demandar respeto o cuando estas descalificado para decir la verdad, ni te puedes aventurar a señalar con el dedo acusador a los demás, si tienes rabo de paja, lo mejor es que guardes silencio y solo trates de esconder la cabeza. No puedes tener el desparpajo de dar sugerencias y recomendaciones o pretender imponer algo a los demás. Lo mejor es que guardes silencio y aceptes lo que establece la autoridad.