Por Gregorio Ramos Rau
En cumplimiento del ritual electoral, el próximo domingo, los electores peruanos en situ y los residentes en otros países del planeta, emitirán su voto para elegir al próximo presidente o presidenta del país inca. Será un ladrón y traidor más que se siente en la Casa de Pizarro, o talvez y por primera vez en la vida de los peruanos, alguien que emule el honor y  la dignidad de los incas de antaño, quienes dieron ejemplo de democracia, honestidad y justicia, sólo con tres leyes: ama sua, ama quella y ama llulla.
En una rápida retrospección, no encuentro ningún presidente rescatable. Con una ligera excepción de Juan Velasco Alvarado (a quien, por mandato de imperialismo, sus propios compañeros de armas, con un tiro en la pierna le dijeron: ¡Fuera!) todos, unos más otros menos, dilapidaron el dinero de los peruanos y se miccionaron en la esperanza y confianza de sus electores.  Si por décadas estamos en guerra contra la corrupción, la injusticia, contra la pobreza, el narcotráfico, la inseguridad, entonces, lo que hicieron tales gobernantes fue traición, y esto, según mi profesor de IPM Suboficial Flores, alias “olluquito”, en tiempo de guerra debe ser castigado con la pena máxima: la muerte. Pero están coleando y todavía tienen la conchudez de intentar otra oportunidad para delinquir (el cholo y su compañero)
Tendría que escribir algo romántico y festivo al referirme al evento electoral que se avecina, pero, al ver por un lado, rostros irreverentes e hipócritas que se camuflan tras una propuesta falsa y, por  el otro, mis compatriotas que son llevados como lechón para el pueblo (a terminar en chicharrón) a cumplir con el orden democrático, que no es otra cosa que regalar legalmente un sueldo a improvisados y holgazanes, me veo en la necesidad de decir algo antes que llegue la veda electoral.
El prodigio literario peruano dijo en un momento similar, los peruanos van a elegir entre el cáncer y el sida. Por respeto a las honorables damas que con derecho llegarán al balotaje evito ese extremo. Viéndolo por el lado amable, ambas tienen el derecho y la oportunidad de gobernar un país emergente que, sus antecesores nunca pudieron ni tuvieron las ganas de sacarlo del subdesarrollo. Ambas tienen la foja de vida intactas y sin manchas de corrupción. Ambas, por su condición de damas, no son proclives a las ganancias deshonestas y menos a dejar en orfandad a sus casi 30 millones de hijos. Ambas tienen el coraje y la capacidad de defender los pocos recursos que le quedan a nuestro querido Perú. Ambas merecen el beneficio de la duda pero no estigmatizarlas con el “dime con quién andas y te diré quién eres” Â y menos con la lapidaria “de tal palo, tal astilla”. La única diferencia es que Keyko tiene mayor experiencia de gobierno que Verónika y también más carácter para sacarse las piedras del zapato (parásitos que nunca faltan en política) antes que le arruinen la gestión.
Para concluir este berrinche, quiero pedirles a PPK, Barnechea, Alan y alguna otra piraña, que siquiera por única vez, le hagan un favor muy grande al Perú: que se retiren de la contienda a fin de evitar una segunda vuelta y un gasto innecesario al país. Lo hizo Barrantes Lingán, en un gesto patriótico que todavía no ha sido superado por algún político. Si lo hacen, el electorado quizás olvide el daño que ocasionaron y puedan encontrar la paz en el corazón, si es que por sus ventrículos y aurículas circula sangre roja.