Después de mucho tiempo los periodistas locales pudieron volver a ver al ex presidente regional de Ancash César Álvarez Aguilar, por lo menos nadie lo había visto en imágenes después de aquel 30 de mayo del anteaño pasado cuando fue aprehendido por la Policía y llevado al Penal de “Piedras Gordas” tras recibir un mandato de 18 meses de prisión preventiva que se ha ampliado por un periodo similar.
Desde entonces solo se vio la imagen del ex titular de Ancash en una oportunidad, a través de una fotografía filtrada en un magazine limeño y luego en los interrogatorios que le hizo la comisión Ancash del Congreso de la República el año pasado.
Sin embargo, la semana pasada sorpresivamente los medios locales pudieron apreciar las imágenes del ex presidente regional en el marco de uno de los tantos juicios que tiene pendientes y que lo ha seguido a través de una videoconferencia desde una sala de audiencias de la Corte Superior del Santa.
En esta oportunidad Álvarez Aguilar fue conectado desde el Penal de “Piedras Gordas” para seguir las incidencias del juicio oral que se le sigue por la querella que le planteara hace ya unos años atrás, incluso, mucho antes que fuera detenido, Fernando Maldonado Mendieta, por delito de Difamación agravada, la misma que se encuentra en fase de sentencia.
Asumimos que este es uno de los tantos juicios que se han postergado por las aquiescencias que tenía el ex titular de la región en el Poder Judicial en la denominada época de la red criminal, debió ser materia de nulidades porque de otra forma no se entiende cómo es que se ha prolongado tanto.
Muchos deben recordar que este caso se arrastra de las épocas de la revocatoria que se intentó contra el ex presidente regional y que fracasó por el poder económico y político del que hacía alarde por esos años, uno de los promotores de entonces fue Fernando Maldonado y por ello se ganó las represalias de Álvarez y sus denominados periodistas comandos, quienes fomentaron las campañas de demolición moral a la que estaban acostumbrados.
Por esos años César Álvarez solía aparecer en los programas sometidos de los llamados “periodistas comandos” y se pasaba horas y otras hablando y vomitando frases de grueso calibre, atacaba a las personas que denunciaban o se oponían a su gestión, de allí que no vaciló en exponer la vida personal y familiar del entonces promotor de la revocatoria, incluso, utilizando a la ex pareja de aquel.
Lo cierto es que desde entonces quedó pendiente una querella contra el ex titular de Ancash que se tiene que tramitar ahora que está recluido en el penal de “Piedras Gordas” y no existe justificación alguna para que pueda ser puesto a disposición del Juzgado para que se realice el juicio oral, un procedimiento que de acuerdo a la nueva normatividad es sumamente corto y no tiene por qué explayarse tanto.
Por ello es que ahora que se ha retomado vía videoconferencia debe concluir en el curso de los próximos días, de allí que ha servido para volver a ver al otrora mandatario regional ya cargado en años, visiblemente bajo de peso en comparación a la imagen que presentaba antes de ser recluido, pero con un semblante que difiere mucho al que se observó unos meses después a través de fotografías.
César Álvarez se presentó como lo hacía antes, con una camisa de color amartillo que llevaba el símbolo de su movimiento político, la “C” de Cuenta Conmigo y cuando le tocó intervenir se mostró con la misma fiereza verbal que todos le conocen para negar los cargos y justificar los duros términos con los cuales trataba a sus opositores, en este caso al querellante de turno.
Nada parece haber cambiado en el ex presidente regional, el presidio solo le ha servido para sumar años y cansancio, empero, su accionar y desempeño es el de siempre, alegoso, agresivo, arrollador y furibundo. Cierto es que nada de ello le servirá para salvar las vallas de la justicia, empero, seguiremos viendo al belicoso y conflictivo de siempre, ese carácter que lleva en la sangre y que le ha generado más de un problema en su azarosa trayectoria política e institucional. De ello no nos cabe duda alguna.
                                                          INDOLENCIA BUROCRATICA
Pescadores pinteros y aficionados que suelen realizar sus actividades extractivas en las playas aledañas al Campamento Atahualpa, han denunciado la semana pasada la peligrosa y delictiva presencia de los denominados “caladores” que están depredando las especies que allí habitualmente se pesca.
Estos pescadores son los que diariamente llegan en busca de pescado blanco que suele merodear por las orillas de las playas y en las peñas, tales como pampanito, lisa, viña, pejerrey, lenguado o guitarra, las cuales cotidianamente caen y son llevadas para la venta o para su consumo, según sea el caso del pescador.
Sin embargo, las actividades de estos pescadores se ha visto entorpecida por la presencia de grupos de jaladores que llegan en camiones cargando botes y chinchorros que tienden sobre la cabecera de playa, esperan solo unos minutos y comienzan a jalar desde la orilla.
Es una enrome malla que en la medida que es jalada a la orilla arrastra todas las especies que se encuentran en ese momento en esa parte del litoral, no solo especies grandes sino las pequeñas y hasta las crías, en otras palabras es una pesca depredadora y miserable que está prohibida pero que nadie es capaz de detenerla.
Los pinteros y aficionados que protestan suelen ser expulsados con groserías y amenazas por esta gente que lleva maleantes o está drogada porque consumen coca con la finalidad de ganar fuerza y superar el cansancio para seguir realizando más faenas.
Lamentablemente, esta actividad debería estar bajo control, empero, en Chimbote no existe una sola autoridad que le ponga coto, se supone que la Capitanía de Puerto y la Dirección Regional de la Producción deberían estar alertas para impedir esta pesca depredatoria, empero, son entidades de escritorio, no cuentan con inspectores que no solo recorran las playas sino que ni siquiera se ensucian los zapatos cuando le llegan denuncias de este tipo, como las periodísticas. Esperemos que reaccionen, la conservación de la especie así lo reclama.