Política

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PRUDENCIA

No cabe duda que las empresas prestadoras de servicios de agua y electricidad se ven en la encrucijada de tener que disponer cortes de servicios por doquier, pues suspendieron la interrupción del servicio por falta de pago hasta el 31 de diciembre del año que terminó debido a la pandemia, y, no se ha extendido como el gobierno lo ha hecho en otros rubros como en los documentos de identidad, licencias de conducir, revisiones técnicas, etc. De tal suerte que han debido sacar su tremendo alicate y cortar el servicio a muchos abonados, a pesar que la pandemia no solo se mantiene, sino que en este momento se ha agudizado y las restricciones vuelven a apretar los bolsillos de los peruanos. Sin embargo, este procedimiento de corte se tiene que hacer con la cabeza, pensando y razonando, mas no pensando en la caja o el bolsillo. Ello porque miles de familias aún se encuentran en difíciles condiciones para hacer frente al pago de deudas que se aplazaron, por ello es que deberían haber actuado con prudencia, no pueden cortar al usuario solo porque sus máquinas lo dicen así, debieron apelar a la notificación y la advertencia que se impone en estos casos. Por ejemplo, la empresa Hidrandina no ha decidido cortar por cortar, por el contrario, a través de cobradores ha acudido casa por casa a los que arrastran o arrastraron deudas y les comunicaron que se procedería a la suspensión del servicio sino se regulariza la deuda en el plazo de 48 o 72 horas, según la cantidad de meses que adeudan. Esta es la manera prudente como debe procederse, un usuario debe tener cabal conocimiento de la situación que se plantea, no puede estar adivinando si la empresa ha girado un nuevo recibo o ha añadido mañosamente un mes más de deuda, debe contar con la advertencia del caso. No cabe duda que en la empresa suministradora de energía existen funcionarios que conocen su chamba, a diferencia de otras que proceden con el hígado.

BALANZA

Los dirigentes del sindicato de pescadores “José Olaya Balandra”, parecen haber puesto el dedo en llaga cuando han demandado a PRODUCE que realice una auditoría en las balanzas de pesaje de las chatas de desembarque de la pesca, pues por allí existe una escandalosa fuga de capitales y, consecuentemente de tributos que deberían ir a las arcas estatales. Y es que esta burda treta no es nueva, se viene aplicando desde antaño y solo se suspende cada vez que se imponen nuevas medidas, se establecen regímenes de inspectores o se contratan empresas especializadas para controlar el peso de la pesca. Lamentablemente, hay un viejo adagio que dice “poderoso caballero es don dinero”, lo que quiere decir que todos los controles que coloquen terminan siendo avasallados por el poder del dinero y dan paso a que se manipulen estas balanzas y se registre menos peso del que llega en las bodegas. Los pescadores siempre se han quejado que cuando llegan “sopa”, como se le dice a una embarcación totalmente cargada de pescado, las balanzas arrojan 280 o 300 toneladas cuando la capacidad de la bodega es 350. Esto es un escándalo, en nuestro puerto recordamos la denuncia del abogado de una empresa que había sido intervenida por liquidadores y estos comenzaron a producir dizque para cobrarse los adeudos, empero, apelaban a la trampa y el embuste, habían manipulado la balanza de pesaje con aditamentos que fueron mostrados con fotografías por el letrado. Lamentablemente, como ocurre en estos casos nadie sabe dónde fue a parar la denuncia contra esos liquidadores.

TRAGEDIA

Tener un arma de fuego es un serio riesgo, no solo porque ahora debes tener necesariamente una licencia para portarla, sino porque eres responsable de todo lo que suceda con ella. Tiene que tener un exhaustivo control de la misma y esto aplica a los miembros de la Policía Nacional que además del arma de reglamento suelen tener una de uso personal. Lamentablemente sino la guardas o la alejas de los demás, incluidos los familiares, se pueden registrar tragedias como la ocurrida en Coishco, en donde un joven de 18 años se mató al manipular el arma de su hermano Policía, la cual aparentemente estaba descargada porque el efectivo le había quitado la cacerina, sin embargo, una bala había quedado en la recámara. Un solo descuido y una vida que se apaga. Que esto sirva de experiencia para todos aquellos que, por diferentes razones, deben tener un arma en casa.