Hace dos días la familia del Diario de Chimbote debió soportar el terrible dolor ocasionado por el fallecimiento de su director el Dr. Javier Roberto Peláez Olórtegui. Su temprana partida ha producido entre sus seres queridos un duro golpe del que difícilmente podrán recuperarse.
El mismo impacto lo están soportando sus amigos, los colaboradores del Diario, sus miles de lectores y la opinión pública en general.
Desde 1994, cuando reemplazó a su padre don Wilfredo Peláez Gularte en la dirección del periódico, Tito, como era llamado cariñosamente, mantuvo a través de sus editoriales y artículos de opinión un diálogo permanente con Chimbote y la región Ancash. En realidad fue un intercambio de ideas y planteamientos respecto a la problemática política, social y económica de esta su querida tierra. Un diálogo que incluía no solo la crítica constructiva sino también la propuesta de soluciones.
Abogado de profesión, Tito eligió entregarse por entero al periodismo. Y lo hizo honrando al pie de la letra el coraje que heredó de su padre, es decir haciendo ese periodismo que consiste en presentar las cosas tal como son: sin ambages, sin medias tintas y sin pedir permiso para acusar.
De hecho sus críticas y denuncias sacaron más de una roncha. Muchas ex autoridades y ex funcionarios públicos que ahora están pagando sus deudas con la justica, lo declararon su enemigo. Pero, en compensación por esa afrenta, Tito se ganó el aprecio y respeto de la opinión pública. Solo un enemigo invisible pudo vencerlo.
Querido Tito, así como fuiste un buen hijo, también fuiste un buen padre, un buen esposo y por supuesto un excelente periodista. Descansa en paz.