Sin sanción, no hay escarmiento. Mientras no se identifique ni se sancione a los responsables de los incendios que afectan a diario los pantanos de Villa María, todo indica que las ciudades de Chimbote y Nuevo Chimbote seguirán expuestas a la amenaza de un daño ecológico de imprevisibles consecuencias.
Muy aparte de la gigantesca y nociva humareda que más de los días impide respirar con tranquilidad a la población aledaña, cada incendio forestal es en realidad una advertencia. Una señal de alarma que debemos tomar muy en cuenta y no seguir siendo tan indiferentes. El equilibrio ecológico de Chimbote y Nuevo Chimbote, y por consiguiente la salud ambiental de 500 mil habitantes, tiene que ver con la presencia y la defensa de esta reserva natural.
Con una extensión de casi 800 hectáreas, que se extienden a ambas márgenes del río Lacramarca, los humedales de Villa María constituyen, sin exageración, un regalo de la naturaleza. La sola presencia de los espejos de agua, de la vegetación natural que ahí prospera y de las aves migratorias que lo visitan, hacen de este lugar un envidiable pulmón; un órgano vital que ayuda, por sí solo, a combatir los efectos de una contaminación, tan agresiva como incontrolable, de la que somos víctimas.
Muchas ciudades en el mundo, que tienen el privilegio de contar en sus inmediaciones con una reserva similar a los pantanos, dedican todos sus esfuerzos a preservarlos y evitar su destrucción. Gracias a un monitoreo permanente, con personal contratado a dedicación exclusiva, estas ciudades gozan de una mejor salud ambiental. Y no solo eso, también reciben a miles de visitantes que demandan en forma permanente los servicios de restaurantes y alojamiento.
Hay que tener en cuenta asimismo que otra de las bondades que ofrece los pantanos de Villa María, tiene que ver con el sustento económico de decenas de familias que se dedican a la actividad artesanal. Gracias a la extracción de una variada e inagotable flora silvestre, estas familias confeccionan esteras, petates, canastas y otros objetos hechos a mano, de gran demanda en el mercado local.
Pero paralelamente, es preciso mencionar la existencia de un proyecto denominado Parque Metropolitano, que hace varios años está en manos de la Municipalidad Provincial del Santa. El proyecto comprende 80 hectáreas que se ubican entre la avenida Pardo y la carretera Panamericana, en la margen derecha del río. Consiste en la implementación de fuentes de agua, parques, jardines, juegos recreativos y espacios para reuniones familiares al aire libre. Algo que Chimbote reclama y merece hace mucho tiempo.
Hasta donde hemos podido tener conocimiento, el proyecto del Parque Metropolitano dispone de una oficina ubicada en el segundo piso del Terminal Terrestre, con personal a dedicación exclusiva, donde incluso se exhiben algunos planos y maquetas. Lo que no se sabe con exactitud es en qué nivel de avance está el proyecto, porque nadie en el municipio da razón de él.
Asimismo existen en Chimbote dos organismos del Estado que, al menos en el papel, están obligados a dedicar parte de su tiempo a la protección de los humedales de Villa María. Son la Fiscalía del Medio Ambiente y la Policía Ecológica, instituciones que cuentan con personal especializado y apoyo logístico a su disposición. Sin embargo, cada vez que se produce un incendio, solo aparecen los bomberos.
Si estas instituciones pusieran sus ojos en los humedales y ayudasen a identificar y sancionar a quienes ocasionan los incendios, otra será la suerte de los humedales.
Por lo pronto, lo ideal sería colocar cámaras de vigilancia e implementar un sistema de alerta, de tal manera que exista la sensación que alguien se preocupa por esta reserva natural. Nos referimos a la necesidad de crear una cultura ecológica, que ojalá no sea mucho pedir.