Editorial

::: GANARON CON MENOS DEL 1% :::

En lo que respecta a la región Ancash, los resultados al cien por ciento de las elecciones realizadas el pasado domingo, confirman que la congresista electa  Kelly Portalatino Ávalos (Perú Libre) obtuvo la mayor votación individual con 7,372 votos. Pero esa cifra, comparada con los 870,621 electores hábiles que tiene actualmente la región Ancash, equivale a un insignificante 0.82%.

En segundo lugar figura Darwin Espinoza Vargas, de Acción Popular, con 5,804 votos (0.71%). El tercer puesto es para Elías Varas Meléndez, de Perú Libre, con 5,683 votos  (0.68%). El cuarto lugar lo ocupa Lady Camones Soriano, de Alianza para el Progreso, con 5,584 votos (0.67%) y el quinto lugar le corresponde a Nilza Chacón Trujillo, de Fuerza Popular, con tan solo 3,517 votos (0.45%).

Como se puede apreciar a partir de este punto de referencia, ninguno de los cinco congresistas electos ha logrado sobrepasar el 1%. Su “triunfo” se debe gracias a los artificios de la cifra repartidora y asimismo a la confusa fragmentación de los partidos políticos participantes. Merced a la aplicación de estas reglas electorales,  no llama la atención que un ganador resulte perdedor y viceversa. Varios de candidatos que han obtenido igual y hasta mayor votación individual, al final no han resultado elegidos porque sus agrupaciones políticas no han pasado la valla.

Hasta ahora sigue siendo inalcanzable, la votación individual que obtuvo el ex congresista Carlos Domínguez Herrera en las elecciones del 2016, con 24,088 votos o para no ir más lejos los 33,316 de Norma Alencastre, en las elecciones extraordinarias del 2020.

El resultado de estas últimas elecciones no son para la anécdota, ni tampoco para la paradoja. Es un claro mensaje del electorado ancashino que no se debe soslayar sino más bien aceptar y tener muy en cuenta. Este mensaje, frío e irrefutable, traduce con letras y números el descontento de la población ancashina con relación a la labor de sus representantes en el Congreso de la República.

Fue así cómo lo comentamos en esta misma sección días antes del proceso electoral, cuando  nos referimos  al grueso de los candidatos ancashinos al parlamento. Hicimos notar que muchos de ellos eran ilustres desconocidos y que ninguno podía considerarse favorito ya que, tal como estaban las cosas, cualquiera podía resultar elegido. Ya en aquel momento, para los electores de Ancash lo mismo le daba que gane Chana que Juana y los resultados parecen habernos dado la razón.

No es para menos. En la mente de  la población ancashina todavía se mantienen los malos recuerdos que de la gestión parlamentaria cumplida la mayoría de nuestros congresistas. Particularmente por el hecho de no haber fiscalizado la labor de los gobernadores de turno y más bien por haberlos protegido ante todo intento de fiscalización o investigación. El intercambio de favores entre el uno y los otros, funcionó a la perfección.

Si se lo proponen, los congresistas electos tienen la oportunidad de revertir esta situación. Eso daría lugar a que el electorado de Ancash cambie de actitud y pueda convencerse que ahora si se encuentra correctamente representado. Pero eso dependerá de un acuerdo entre los cinco representantes, que de una vez por todas deje de ser utopía.

La irrisoria votación individual obtenida por los congresistas electos también ha puesto en evidencia otro aspecto del que padece la Ancash, como es la falta de líderes. Estamos viendo con desencanto  que ninguna de las agrupaciones políticas se preocupa en la formación de nuevos cuadros ni en la convocatoria de jóvenes con capacidad de liderazgo. Por estamos hablando, desde luego, de los líderes de plazuela que tanto daño y tanta decepción le han ocasionado a Ancash.

Para concluir, permítannos recordar que un buen triunfo electoral no es el que se obtiene gracias al menjunje de la cifra repartidora y mucho menos sin alcanzar el 1% de las preferencias.