Como Pedro en su casa, el denominado Consorcio Inmobiliario Asia del Norte no solamente ha ocupado ilícitamente una gran extensión de tierras de propiedad del Proyecto Especial Chinecas, ubicadas en el kilómetro 428 de la Panamericana. También está ofreciendo en venta lotes de 200 metros cuadrados al mejor postor, sin ofrecer la garantía del saneamiento físico y legal correspondiente. Esta es una ilegalidad por donde quiere que se le mire.
En su defensa, la inmobiliaria Asia del Norte asevera haber “comprado” estas tierras, no al Proyecto Especial Chinecas, que viene a ser su legítimo propietario, sino a la Comunidad de Indígenas de Chimbote y Coishco, que no es dueña de nada. ¿Acaso nadie le advirtió que estaba comprando un bien ajeno?. Y si alguien lo hizo, ¿porqué aceptó ser cómplice de semejante arbitrariedad?. ¿Qué confianza puede inspirar así a sus eventuales clientes?
Creada el año 1814, a fines del virreinato, la Comunidad de Indígenas de Chimbote y Coishco tuvo como objeto específico el reparto de tierras con fines agrícolas y pastoriles, así como el aprovechamiento de la flora silvestre para uso doméstico; todo ello a favor de las familias originarias de la zona y sus descendientes directos. Por ningún motivo las tierras podían ser objeto de una transacción comercial ni cosa parecida. Por algo las tierras comunales ¡no se comercializan!. Eh ahí la razón del principio comunitario.
Ha sido bajo este principio que se procedió a la ocupación de tierras agrícolas en la zona de Coishco, Mochoqueque, Monte Chimbote y La Campiña. Y lo mismo sucedió con la formalización de los barrios Huanchaquito, Miramar, Bolívar, Progreso y La Florida, entre otros. Los herederos de las familias que fundaron estas primeras lotizaciones tienen en su poder un título de adjudicación escrito a mano, firmado por quienes fueron presidentes de esta histórica institución.
Pero luego del terremoto de 1970, el Ministerio de Agricultura en coordinación con el Ministerio de Justicia desactivaron la Comunidad de Indígenas de Chimbote y Coishco. La razón fue justamente el tráfico de tierras comunales que empezaron a realizar ciertos oportunistas y advenedizos, en complicidad con testaferros de algunas autoridades de la época que no tuvieron el menor escrúpulo en pescar a río revuelto.
Fue así, por ejemplo, cómo algunas propiedades de la ex Corporación Peruana del Santa, que no estaban debidamente registradas, terminaron siendo objeto de un lucrativo negocio en manos de estas personas. Los terrenos de la ex estación del ferrocarril y de la recordada Maestranza, son algunos de ellos.
Llama la atención, por eso, que en los últimos años hayan aparecido numerosas personas afirmando ser dirigentes de la comunidad, una institución que legal e históricamente ha pasado a mejor vida, le duela a quien le duela. Son estas personas las que afirman, sin inmutarse para nada, que todo Chimbote sigue siendo propiedad de comunidad. No hace muchos años fueron estos seudo comuneros quienes se atrevieron a lanzar la disparatada amenaza de incendiar el Vivero Forestal si la Diócesis de Chimbote no pagaba por el terreno que éste ocupa hace más de setenta años. Y la misma exigencia fue dirigida a Siderperú y otras empresas e instituciones.
Sin embargo, cuando en el 2010 la viveza política llevó a cabo la invasión de 308 hectáreas de propiedad de Chinecas, a las que se sumaron otras 217, estos mismos dirigentes, algunos vestidos con llamativa indumentaria incaica, no dijeron ni reclamaron nada. Más bien ofrecieron su “colaboración y experiencia” a los mismos invasores y traficantes.
No se entiende por eso cómo es que la inmobiliaria Asia del Norte, una empresa que se supone conoce al extremo de los procesos de saneamiento físico y legal, haya “comprado” a estos señores el terreno para un proyecto urbanístico, sin tomar las debidas precauciones.
A propósito, ¿han informado los dirigentes de la comunidad cuánto de dinero han recibido de inmobiliaria Asia del Norte por la venta de las tierras? ¿Dónde está y qué se ha hecho con ese dinero?
Mucho tiene que ver asimismo la tardanza con la que ha reaccionado el Proyecto Especial Chinecas al denunciar esta sustracción de sus tierras, a todas luces amañada. Salvo que se pretenda dar pie al consabido “derecho de posesión”.
Las autoridades judiciales tienen aquí la oportunidad de demostrarle a la comunidad si lo que impera en el país es el estado de derecho o la ley del más vivo. Lo que no se puede aceptar bajo ningún concepto es que Chimbote sea considerada una comunidad de ingenuos.