Nada puede causar tanta decepción y a veces traer por los suelos la imagen de una gestión municipal, que el hecho de ignorar o desacreditar lo bueno que han hecho anteriores gestiones. Una actitud de esta naturaleza equivale a darle la espalda al principio de gobernabilidad. Paradójicamente, quien pierde como consecuencia de esta actitud no son el alcalde entrante ni el saliente. Más de las veces éstos se despiden del cargo con más alegría que cuando lo asumieron. Quien pierde es la ciudad.
La mezquina y pésima costumbre de ciertas gestiones ediles de no continuar algunas obras y servicios de la gestión anterior, solo por el cosquilleo de no hacerle propaganda gratuita, es algo que va contra la esencia misma de la voluntad popular. ¿Qué culpa tiene la ciudad para sufrir las consecuencias de eventuales rivalidades o celos políticos que a nada bueno conducen?
Esta inquietud viene a raíz de la denuncia pública hecha ayer en este medio de comunicación por el regidor provincial Carlos Lynch, con relación a la situación de abandono total en la que se hallan las unidades del servicio Munisalud. Pero más deplorable aún que la situación en la que se encuentran estos vehículos, es haber comprobado que para la actual gestión municipal, la salud de la población es lo que menos importa.
Hace diez años, la comuna provincial inició este servicio de hondo contenido social gracias a la iniciativa y entusiasmo del joven médico chimbotano Johnny Cano Suárez, por desgracia una de las primeras víctimas que cobró el mortal coronavirus.
Durante todo ese tiempo, el servicio de Munisalud llegó prioritariamente a todos los sectores marginales de Chimbote, Nuevo Chimbote y, sin excepción, a todos los distritos y centros poblados de la provincia. El precio que se cobraba por cada consulta era simbólico y la entrega de medicamentos era gratuita. El servicio se complementaba con un desayuno comunal, show infantil y corte de pelo entre otras actividades, todo lo cual daba lugar a una verdadera fiesta popular. Gracias, Johnny Cano.
No se sabe exactamente desde cuándo este servicio comunal ha sido enviado al tacho por la actual gestión. Como lo ha puesto de manifiesto el regidor Carlos Lynch, lo que sí se sabe es que las unidades de Munisalud se encuentran completamente desmanteladas, expuestas al polvo y la corrosión, al parecer ya sin posibilidades de poder rescatarlas.
Es posible que frente a esta deshonrosa situación la comuna provincial esgrima el argumento de la falta de presupuesto. Sin embargo se sabe que en los últimos meses el número de trabajadores del área de salud de la municipalidad se ha incrementado en más de cuarenta, ¿para que hagan qué?. A propósito ¿qué puede haber sido más importante para Chimbote, el pintado de la ciclovía a un costo de millón y medio de soles y que a nadie sirve, o la reparación de las unidades de Munisalud que atendían diariamente a más de 300 pobladores de escasos recursos?
¿Se imaginan, amables lectores, el rol que Munisalud hubiera estado realizando en este momento en la lucha contra la pandemia?. Si la salud de la población es lo que menos importa ¿qué se puede esperar de la labor municipal en otros aspectos?. La respuesta la tiene el pueblo de Chimbote.