Entre congresistas y alcaldes:
De los 186 alcaldes que tiene la región Ancash, 20 provinciales y 166 distritales, solo cuatro de ellos se han tomado la molestia de asistir a la primera sesión descentralizada convocada por los cinco congresistas ancashinos. El evento se llevó a cabo el último fin de semana en el auditorio de la ULADECH y tuvo por finalidad el intercambio de ideas y propuestas con miras a la elaboración de un plan de trabajo conjunto denominado Agenda de Ancash. Es evidente sin embargo que para 162 alcaldes de la región, entre ellos el de la provincia del Santa, la reunión no representaba la menor importancia, tanto así que ni siquiera se han preocupado en hacerse representar.
Esta monumental demostración de desaire e indiferencia, pocas veces ocurrida en el mundo de la gestión pública, pone en evidencia que el desinterés vendría de ambas partes. En el fondo, ni los unos ni los otros transmiten por lo menos un deseo real de trabajo coordinado y tampoco una visión de integración regional.
En todo caso, como es vox populi, el único propósito de la reunión habría sido justificar el jugoso gasto que paga el Estado para que los congresistas recorran una vez al mes sus respectivas regiones, dando cumplimiento así a la denominada semana de representación. En la práctica, esta especie de gollería, disfrazada de gestión parlamentaria, no es más que otra manera de alentar falsas expectativas y posar para la foto como ya lo hemos visto en anteriores y recientes oportunidades. Puro floro, puro formulismo.
Desde su juramentación hace ya dos meses, los representantes han enarbolado y coincidido como primera iniciativa la elaboración de un proyecto de ley para otorgar, una segunda oportunidad a las universidades privadas de todo el país que no han logrado su licenciamiento ante SUNEDU. La intención ya plasmada es buena, pero se necesitan más acciones concretas.
Hasta hace algunos años, resultaba imposible a nivel de región Ancash hablar de un trabajo concertado y menos de una unión de voluntades. Ojalá que a partir de ahora las cosas cambien, se articulen las iniciativas, pero se plasmen y no queden únicamente en anuncios.
Todas las promesas que menudearon en la última campaña electoral son ahora palabras que deben cristalizarse, de lo contrario, se puede ir perdiendo la confianza. Debe ser por eso que la mayoría de los alcaldes de la región ha optado por trabajar a puerta cerrada, cada uno por su lado, incluso de espaldas a la comunidad y en muchos casos sin importarles las cosas que suceden más allá de la puerta de sus propias oficinas.
Mientras los cinco congresistas de Ancash recién están sacando lustre a sus cargos, los alcaldes provinciales y distritales ya están contando los meses y los días. En vísperas de ingresar al último año de su gestión, parece que lo único que les interesa es cómo rascar el fondo de la olla presupuestal.
En el marco de este panorama que tanto daño nos ha ocasionado, no estaría demás que, tanto los unos como los otros, hicieran un supremo esfuerzo en hacer realidad aquella hermosa promesa: trabajar de la mano por el desarrollo de Ancash.