Editorial

::: PLAZOS QUE JAMÁS SE CUMPLEN :::

A la fecha se han cumplido nueve meses desde que la empresa Autopistas del Norte inició la construcción del primer tramo de la vía de evitamiento, el mismo que tiene una longitud de 10 kilómetros. Cumpliendo al pie de la letra con todo lo planificado, hasta este momento la obra ha logrado un avance del 65% y todo indica que en abril del próximo año la construcción de este tramo habrá alcanzado el 100 por ciento. Palabra empeñada, palabra cumplida.

Pero acostumbrados como estamos en Chimbote a la perniciosa costumbre que tienen los organismos públicos de alargar la ejecución de todas las obras que realizan, creemos que el caso de la vía de evitamiento es algo que debería servirles para mirarse en un buen espejo. Nada puede ser más  satisfactorio para los habitantes de una ciudad, que la ejecución de una obra se cumpla en el plazo establecido. Sin alargar el cronograma y sin incrementar el presupuesto.

Lamentablemente para Chimbote, el historial de estas obras es interminable. Una de ellas es la remodelación de la Av. Pardo que, para desgracia nuestra, cayó en manos del gobierno regional de Ancash. Iniciada a mediados del año 2009, con toda la fanfarria que se estilaba en esa época, la obra debió estar concluida a más tardar a mediados del 2010. Sin embargo, comenzaba a correr el año 2013 y la remodelación de la avenida se mantenía completamente estancada. Por más de tres años, la principal arteria de Chimbote daba la impresión de haber sido bombardeada.

La rotura de pista y veredas dio lugar a la acumulación de enormes montículos de desmonte a todo lo largo de sus cuarenta cuadras, haciendo intransitable esta importante vía. Por más de tres años los vecinos tenían que caminar hasta las avenidas Camino Real y Meiggs, para abordar los vehículos de transporte público.

La peor parte la sufrieron los propietarios de los numerosos establecimientos de venta de repuestos, cambio de aceite y cebicherías, cuya clientela no tenia cómo acceder hasta ahí, lo que generó la quiebra de estos negocios con todo el daño económico que eso puede significar. Para colmo, en el apuro de concluir la remodelación antes que caiga la fiscalía, el gobierno regional entregó la obra después de casi cuatro años, aunque sin la construcción de bancas ni la colocación de las luminarias que figuraban en el expediente técnico.

Por su parte, la remodelación del bulevar “Isla Blanca”, a cago de la municipalidad provincial del Santa, es otra de las obras que encabezan esta historia. En abril del 2019 la remodelación se inició bajo la modalidad de administración directa, con un presupuesto que no llegaba al millón de soles y con el firme compromiso de concluir la obras para la festividad de San Pedrito, es decir en menos de 60 días. Sin embargo, un año después de paralización, la remodelación se reinició bajo la modalidad de contrata, con un presupuesto de 1 millón 200 mil soles y un plazo de ejecución  de tres meses; cosa que tampoco se cumplió.

Después de transcurrido un año, y como si nada hubiera pasado, la municipalidad provincial del Santa “inauguró” la remodelación del bulevar cuando la obra ni siquiera había alcanzado el 40 por ciento, pagándose por ella la suma de casi 6 millones de soles.

Otra de las obras que ocupan un lugar especial en esta historia es el coliseo cerrado “Gran Chavín”, también a cargo del gobierno regional de Ancash y considerado ahora el monumento a la corrupción. Acaba de cumplir 10 años en el más completo abandonado, registrando menos del 20 por ciento de avance, habiendo dado lugar a un despilfarro de 26 millones de soles.

No escapan de esta relación los colegios Víctor Andrés Belaunde e Inca Garcilaso de la Vega, cuya reconstrucción acaba de concluir hace unas semanas después de haber permanecido más de 7 años paralizada.

En razón de ello, la construcción de la Vía de Evitamiento bien puede ser el espejo en el que deben mirarse los organismos públicos que han hecho del cronograma de obras un plazo que jamás se cumple.