En un hecho que no podemos pasar por alto, el último fin de semana dos importantes medios de prensa de la capital de la República se han ocupado del congresista Darwin Espinoza Vargas, uno de los cinco representantes que tiene la región Ancash en el Congreso de la República.
Luego de un minucioso trabajo de investigación, el diario El Comercio ha dado a conocer un hecho protagonizado por el congresista Espinoza a fines de enero del presente año, del que, a decir verdad, nadie o muy pocos sabían a ciencia cierta. La nota da cuenta que, mientras cumplía con su semana de representación, comprendida entre los días 24 y 28 del primer mes del año, el parlamentario ancashino no tuvo el menor reparo en alistar sus maletas y viajar al balneario Punta Canas de República Dominicana, para disfrutar de los encantos de este mundialmente famoso paraíso turístico. Según el informe, lo hizo a partir del día 27 no obstante haber recibido por adelantado el pago de 4 mil soles que es lo que el estado paga a cada congresista por este oneroso concepto.
Para el común de los peruanos, la denominada semana de representación en realidad no representa ningún beneficio para las regiones del país. Salvo para los bolsillos de los congresistas. Se trata de un periodo de tan solo cinco días, durante los cuales cada parlamentario debe recorrer los pueblos de la región a la que representan, supuestamente para recoger inquietudes y dialogar con la población. Los 4 mil soles que reciben por cinco días de viaje es, por encima de todo, un sobresueldo adicional que, a todas luces, no guarda relación con el denominado interés nacional. Cuatro mil soles equivalen a dos sueldos mensuales de un modesto profesor de aula.
Solo después de publicado el informe periodístico, el congresista Darwin Espinoza se ha visto en la obligación de aclarar que ha solicitado a la Oficialía Mayor del Congreso que los días 27 y 28, mientras estuvo veraneando en Punta Canas, sean considerados como licencia por motivos personales, sin goce de haber. Sin embargo, lo que no ha explicado con toda claridad es porque no devolvió oportunamente el importe de los días que se le pagó para recorrer la región Ancash y que él prefirió disfrutarlos fuera del país.
Para redondear la faena, el domingo último el programa “Punto Final” de Frecuencia Latina que conduce la periodista chimbotana Mónica Delta Parodi, también se ocupó del congresista Darwin Espinoza, esta vez por referirse a otro tema igualmente delicado. Según el informe, luego de algunas visitas realizadas por Espinoza Vargas a Palacio de Gobierno, el ingeniero Javier Pérez Reyes fue nombrado Director Nacional de Pesca Artesanal en el ministerio de la Producción, Produce. Nada de raro tendría esta designación si no fuera porque el flamante funcionario es hermano de Yuri Pérez Reyes, asesor principal del congresista Espinoza. Por lo demás, como es de amplio dominio público, los hermanos Pérez formaron parte del estrecho círculo de funcionarios de confianza que trabajaron de la mano con el encarcelado ex presidente regional César Álvarez Aguilar.
En lo referente al viaje a Punta Canas, consideramos que el congresista Darwin Espinoza Vargas está en todo su derecho de disfrutar los placeres de la vida, solo que, para evitarse problemas, debió elegir una fecha que no coincida con la semana de representación. Pues el mensaje que ha enviado a la población ancashina y particularmente a quienes votaron por él, es que primero está el placer antes que sus obligaciones como parlamentario.
Respecto al nombramiento del hermano de su asesor principal, coincidimos que no es otra cosa que recibir favores del ejecutivo, y en política, como bien sabemos, favor con favor se paga. Quiérase o no, este nombramiento pone en tela de juicio la iniciativa de fiscalización por parte de un congresista de la República.
Es posible que las andanzas del congresista Espinoza en el terreno movedizo que recién ha empezado a recorrer, se deba no tanto a su debut como parlamentario sino a la embriaguez que produce el consumo excesivo de poder político. Cabe advertirle entonces que todo eso a lo que conduce es a perder la ecuanimidad y, lo que es más lamentable, a confundir el orden de los deberes y obligaciones.