Editorial

EL CERRO DE LA JUVENTUD HA REJUVENECIDO

Desde su construcción  en septiembre de 1986, han tenido que transcurrir nada menos que treintaicinco años para que la carretera de acceso al Cerro de la Juventud y con ella todas las demás instalaciones de este lugar, se beneficien con un conjunto de obras de reconstrucción y mantenimiento que hace ya buen tiempo eran reclamadas por diversos sectores de la población.

En una ceremonia realizada anteayer, el gobierno regional de Ancash hizo entrega de estas obras a la Diócesis de Chimbote y, a través de ella, a la población  en general. Las obras comprenden el asfaltado de la carretera de cinco kilómetros de longitud, así como la construcción de un moderno anfiteatro y el equipamiento de los servicios higiénicos, todo lo cual, indudablemente,  va a repercutir en el aumento de visitantes y  un notable mejoramiento del factor comodidad.

Pues además de ser el lugar de peregrinación religiosa más concurrido y emblemático de Chimbote,  el Cerro de la Juventud se ha posesionado como uno de los principales atractivos turísticos a nivel nacional. Todos los paquetes turísticos que se ofertan al turismo nacional e internacional, incluyen al Cerro de la Juventud. Desde este lugar se puede observar  en toda su magnitud la extraordinaria belleza de la bahía el Ferrol, uno de los escenarios más impresionantes creados por la naturaleza.

En 1986, el acceso masivo a este lugar fue producto de la iniciativa del obispo Luis Bambarén Gastelumendi, cuya capacidad de liderazgo hizo posible la participación en esta cruzada de empresarios, instituciones y sobre todo de la juventud. En la retina y en la mente de todos los chimbotanos ha quedado grabada aquella hermosa jornada encabezada por monseñor Bambarén, en la que 25  mil jóvenes de ambos sexos  formaron una cadena humana que ascendía desde el patio de Siderperú hasta la falda del cerro.  Esta cadena se encargó de trasladar de mano en mano  todos los materiales que se necesitó para  la ejecución de esta monumental obra; algo que nunca más ha vuelto a repetirse.

A esa ejemplar demostración de fe y cariño por la ciudad, se debe  el nombre de Cerro de la Juventud. Desde entonces, existe el convencimiento de que,  antes que el título únicamente vanidoso de primer puerto pesquero del Perú y el mundo, es la presencia del Cerro de la Juventud lo que realmente identifica a Chimbote. Detrás de este símbolo de la ciudad, está el espíritu de superación que caracteriza a la juventud.

Pero coincidentemente a partir de año 2004, luego de la jubilación por límite de edad de monseñor Bambarén, el Cerro de la Juventud entró a un estado de envejecimiento prematuro. No solo la  carretera afirmada, sino también la iglesia, el parque infantil y otros ambientes, empezaron a sucumbir ante el descuido y el paso de los años. Pero más que los implacables rigores  del tiempo, no se puede negar que ha sido la indiferencia, incluso de la propia Diócesis, lo que ha hecho que el Cerro Juventud  se convirtiera en la más fiel expresión de abandono absoluto.

Ante el reclamo de diversos sectores de la población, a mediados del  año 2020 el gobierno regional de Ancash inició los trabajos de reconstrucción y mantenimiento del Cerro de la Juventud. Sin embargo, a los pocos meses, éstos quedaron paralizados y ante el silencio de las autoridades regionales, varias personas e instituciones, entre ellas el Diario de Chimbote, expresaron su preocupación. Se habló que las obras habían comenzado sin haberse aprobado el expediente técnico y solo con el afán de firmar el contrato de ejecución, con cargo a una posterior regularización. En este caso, el fin no pudo justificar los medios.

A pesar de todas estas vicisitudes,  el Cerro de la Juventud jamás ha dejado de atraer  visitantes y peregrinos; pues cada vez que alguien llega de visita a esta ciudad,  lo primero que hace es visitar este lugar. Es de esperar por eso que el número de visitantes no tardará en incrementarse, lo que será de gran beneficio para Chimbote.

Finalmente, lo único que queda por aclarar es el polémico tema relacionado con el cobro de ingreso a estas instalaciones.  Igual que lo sucedido con el Vivero Forestal, la administración del Cerro de la Juventud  ha sido puesta en manos de la Diócesis de Chimbote con el compromiso de garantizar que, por  encima de cualquier afán de lucro, prevalezca es espíritu de servicio a la comunidad. Ese compromiso tiene que mantenerse.