¡Qué falta hace!
Cada vez que la ciudanía y las instituciones representativas alzan la voz para formular algún reclamo o dejar sentada una protesta, por lo general sus palabras caen el vacío y se las lleva el viento; eso porque ninguna de las autoridades locales y regionales hacen eco y menos aún se solidarizan con ellas. Políticamente hablando, no cabe la menor duda que la provincia del Santa y en general la región Ancash están abandonas a su suerte, sin nadie que encarne ni se ponga a la cabeza de estos reclamos y protestas. Da la impresión que tanto a nivel provincial como regional, la nave que nos conduce avanza a la deriva a cargo de un piloto automático, sin un conductor capaz de mantener el ritmo y corregir el rumbo, según sea el caso.
Por ejemplo, frente a la inaceptable decisión de los funcionarios de Chavimochic de construir un dique de concreto para acaparar las aguas del río Santa como si éstas fuesen propiedad exclusiva de la región La Libertad y no de Ancash, no ha sido el gobernador regional quien haya salido por lo menos a pedir una explicación y poner las cosas en su sitio. No. Han sido los usuarios del canal IRCHIM quien han denunciado este hecho ante la opinión pública, aunque sin conseguir la repercusión política que solo puede obtenerla una autoridad elegida por voto popular.
Del mismo modo, ante la falta de capacidad de gestión que ya es consustancial en las diversas esferas del gobierno regional, ha tenido que ser la Autoridad Portuaria Nacional la encargada de elaborar el Plan Maestro para la modernización del terminal portuario de Chimbote. Y no solo eso. Después de haber permanecido estancado en el tiempo por más de setenta años, se ha informado que la primera etapa de la modernización de esta infraestructura se ejecutará en un plazo de tan solo cinco años gracias a una inversión de 57 millones de soles.
Por otro lado, frente al alarmante aumento de la delincuencia que diariamente azota a Chimbote y Nuevo Chimbote, han tenido que ser los dirigentes vecinales quienes han salido a las calles para exigir a viva voz la construcción de nuevas comisarías y una mayor presencia policial. Pero resulta que quienes han debido formular este angustioso pedido, y sobre todo sustentarlo con la formalidad del caso, han debido ser los señores alcaldes. Por algo son ellos quienes presiden el COPROSEC y CODISEC y al menos en el papel son los legítimos representantes de la voluntad popular.
Por último ante la burla mayúscula por parte de los cinco congresistas ancashinos al haberle mentido a la población con el cuento de la Agenda de Ancash, ningún vocero del gobierno regional ni de las municipalidades, ha salido a exigir a los parlamentarios un mínimo de respeto ante semejante escarnio.
Pero todo esto sucede porque las autoridades que están en el deber de asumir esta responsabilidad ya que para eso han sido elegidas, han olvidado por completo su principal obligación: liderar a su pueblo. Han olvidado que deben estar con él en las buenas y en las malas, sobre todo cuando las papas queman y cuando se reclama la presencia de alguien que sea capaz de subsanar errores y corregir rumbos. No la presencia de alguien que solamente coloque la primera piedra de obras que luego quedan inconclusas o sobrevaloradas.
Por algo ser líder o lideresa exige la capacidad de aglutinar voluntades y saber conducirlas, sin necesidad de vociferar ni golpear el escritorio. Ellos no imponen respeto. Ellos inspiran respeto. Eh ahí la diferencia. Pero para que eso suceda, ambos necesitan poseer autoridad moral, tener las manos limpias y la conciencia impecable y ser motivo de orgullo para su pueblo. Jamás un líder o una lideresa podrían tener rabo de paja ni nada de qué avergonzarse.
Si por casualidad alguno de nuestros lectores conoce a una autoridad con estas atribuciones, por favor hágannos conocer su nombre para ponerlo en letras de molde.